Jardines de Kensington. Rodrigo Fresán
Este autor argentino afincado en Barcelona, forma parte de la generación de escritores posterior a la generación del boom del que formaban parte Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, o Mario Vargas Llosa, entre otros. Fresán juega con la fantasía y la realidad y da muestras de una gran imaginación. Juega a hablar de sí mismo creando una biografía que no es cierta, pero que al mismo tiempo es completamente cierta. Éste es el juego que impone al lector en la lectura de una muy elaborada obra titulada "Los jardines de Kensington" de lectura fácil y dinámica.
En esta novela, Fresán es capaz de escribir dos historias paralelas y que, sin embargo se entrecruzan en el tiempo y el espacio, siempre en el mismo lugar, el Londres victoriano por un lado, y por el otro, los años sesenta, la época de los hippies, también en Londres.
Este escritor se inventa un narrador llamado Peter Hook, que bien pudiera ser el homólogo del Capitan Garfio de Peter pan, o Yim Yang, que podríamos identificar como un segundo Peter Pan, pero que se desplaza en una bicicleta en una cronocicleta a través del tiempo, en lugar de volar como Peter Pan. Hay otro personaje como KaiKo Kay, niño al que el narrador cuenta la historia, así como Berrie cuenta y escribe la historia a George, y sus hermanos.
Peter Hook es el escritor de una serie de novelas infantiles, la saga de Yim Yang, y cuenta a Kaiko Kai la historia de James Matthew Barrie, escritor de Peter pan. Pero también le cuenta su propia historia, la de sus padres y su época. Tanto Hook como Barrie, sitúan Neverland (el país de nunca jamás) en los jardines de Kensington, separado de Hyde Park por la Serpentina.
No existe transición entre una historia y otra, sino que se mezclan de tal manera, mezclando igualmente las épocas, que llevan hasta una confusión que se va aclarando progresivamente hasta hacerlo de manera mucho más clara al final del libro. Se confunden igualmente las épocas que van desde la época victoriana, pasando por la gran Guerra de 1914 a 1918, la aparición de Hitler y la generación de los años sesenta. Y se confunden los personajes entre Peter pan y Peter Llewelyn Davies y sus hermanos.
Barrie, nacido en Escocia, vive la muerte de su hermano David y la depresión que causa en su madre. Barrie desea suplantar a su hermano, pero no lo consigue, pues se vuelve invisible para ella, por lo que decide no crecer nunca. Barrie es un gran pensador y se hace enormes reflexiones sobre la vida, los hombres, adultos y niños, sobre dios, la escritura, y la lectura:" Bienaventurados aquellos que han leído mucho durante su infancia porque de ellos, tal vez, jamás será el reino de los cielos, pero sí podrán acceder al reino de los cielos de los otros, y allí aprender las muchas maneras de salir del propio infierno gracias a las estrategias no ficticias de personajes de ficción". (p. 34)
En paralelo a la muerte de David, asistimos a la muerte de Baco, hermano del narrador, quien compara los funerales de los dos niños, uno en la infancia victoriana de Barrie en la que se produce el nacimiento de una clase media intelectual y de escritores, además de la industria de los juguetes; el otro, en los años sesenta del siglo pasado con una clase media de coeficiente intelectual altísimo.
Tanto Barrie como el narrador deciden dedicarse a la escritura, pero por razones diferentes:" Pero yo —a diferencia de Barrie— no escribo para poder ser alguien. Yo escribo para ser otro. Y ese otro no es ninguno de los
muchos Yo que circulan por ahí. Barrie escribía para ser reconocido
como el célebre autor de sus célebres creaciones; yo escribo para
poder desaparecer detrás de ellas, para que Jim Yang sea más real
que yo, para que el personaje le gane a la persona" (p. 80).
Barrie tiene una gran dependencia de la familia Llewelyn Davies y se convierte en un invasor por la frecuencia de sus visitas. Para él, Sylvia es la imagen de la puerta hacia un mundo ideal, es la gran procreadora de nuevas vidas. El amor que Barrie siente hacia ella se sitúa por encima de los celos, es un amor sublime. Al mismo tiempo su relación con George, el primogénito, es tal, que convertido en el hijo que nunca tendrá, escribe "The Little Whitw Bird" basado en sus juegos con él.
Mientras tanto, el narrador piensa en las fiestas a las que ha asistido y a los invitados que, más que invitados son invasores, pues llegan por la noche y se marchan al día siguiente o varios días después. Los lugares cuando "Londres era el centro del universo y en el centro de ese centro giraban sobre sus propios ejes únicos, y felices, ellos" (p. 227). La época de la revolución social y cultural en la que casi todos los protagonistas morirán jóvenes y en la que se imponen dos estados: los Mods, oficinistas afeminados (según los Rockers), aficionados al blues, el jazz, Camus, etc., y los Rockers (según los Mods) o bestias de clase baja sin cerebro. La noción de tiempo desapareció entonces porque todo sucedió en aquella época; volvió a aparecer en los años 70 pero sin ningún sentido de futuro:" Lo que nos queda ahora, a la hora de pensar en el mañana, es la visión de un pesadillesco y mal avenido matrimonio entre Microsoft y Disney. La gente parece disfrutar cada vez más de lo infantil: películas para niños cada vez
más adultas a ser consumidas por adultos cada vez más niños" (p. 339. 340).
Con el tiempo, los hijos de Sylvia llegarán a pensar que, en realidad, sus vidas se limitan a ser personajes escritos por Barrie, con una mezcla de realidad y fantasía. Sylvia muere de cáncer y Barrie siente que el futuro ya no le contiene y por eso mira al pasado porque su pasado es cada vez más grande; abandona prácticamente toda relación con el mundo, manteniendo únicamente la que conserva con los hermanos Llewelyn Davies hasta que debido a la guerra, parece que la infancia desparece definitivamente. David llega a odiar a Barrie y se instala en el Soho. Barrie muere el 19 de junio de 1937 a los 77 años de edad.
Por otro lado, descubrimos por el narrador que existe un Alwaysland (el mundo del día) que contiene Neverland (el mundo de la noche) y se reconoce culpable por haber causado la muerte de su hermano, lo que parece ser el inicio de la escritura de la novela que cuenta a Kaiko Kai.
"Los Jardines de Kensington" es una novela sobre la infancia, el deseo de no crecer y el cruce de muchos cuentos durante la época victoriana, la época hippie de los padres del narrador y de un niño inteligentísimo. Es la necesidad de reinventarse, de caminar hacia una nueva identidad entre las mezclas constantes de Peter Pan, Barrie, y el narrador; presentando al mismo tiempo una confusión constante entre los diferentes elementos.
Novela marcada por la muerte, la de los hermanos David y Baco, la de los padres y hermana del narrador, y la muerte de Arthur, Sylvia, George y Michael Llewelyn Davies, la desaparición de la infancia y los fantasmas constantes durante la vida.
En resumidas cuentas, Kensington Garden es una novela que, aunque extensa, seduce y se lee de un tirón sin que nos demos cuenta, como el dulce que más nos gusta y deseamos saborear, pero intentando que se termine lo más tarde posible dentro de su brevedad.
El valle feliz. Anne Marie Schwarzenbach
Anne Marie Schwarzenbach pertenece al tipo de mujeres de finales del siglo XIX y principios del XX que pasaron gran parte de su vida viajando, ya fuera por pasión, necesidad, o por su profesión. Así tenemos a Emilia Serrano de Wilson, granadina que, al quedarse viuda, viajó durante treinta años por América; Carmen Burgos (Colombina), almeriense y la primera cronista de guerra, viajó por todo el mundo y escribió sobre lo que veía en cada país; Helen Caddick que viajó por Oriente; la pintora Marianne North, también viajera por Oriente; Freya Stark que viajó por Oriente Medio y cuyo apodo fue la "reina nómada". La lista es aún muy larga y a ella pertenece igualmente la escritora que nos ocupa hoy.
Anne Marie Schwarzenbach era doctora en filosofía, arqueóloga, periodista, fotógrafa y novelista. Perteneciente a una de las familias más ricas de Suiza; nunca aceptó las reglas y la vida de la clase social a la que pertenecía; mantuvo una estrecha amistad con Klaus y Erika Mann, hijos de Thomas Mann, quien la llamaba "el ángel devastado". Fue adicta a la morfina e ingresó varias veces en instituciones psiquiátricas para desintoxicarse. Viajó por casi todo el mundo escribiendo y fotografiando los lugares, las personas y los acontecimientos de los que fue testigo.
Fue una periodista y escritora prolífica y entre sus obras se encuentra "El valle feliz". Esta obra es prácticamente el diario de un corazón atormentado. Es un texto de una belleza avasalladora surcado de recuerdos, viajes, alegrías, frustraciones y búsquedas.
El valle feliz es el relato de la travesía del desierto de la narradora. En él la descubrimos en Persia, cerca del mar Caspio donde intenta recuperarse de la malaria que arrastra sin poder deshacerse de ella. Realiza maravillosas descripciones:" El aire es sano y fresco, pero el sol de día es letal y no hay sombras. A esta altura, ya no hay árboles. Estamos en los límites del mundo. ¡Ay!, nuestras solitarias tiendas de campaña". (p. 20). En cuanto a Persépolis nos da impresión de no necesitar visitarla puesto que su descripción es altamente visual.
Narra sus recuerdos de la escuela, de las clases de geografía, y compara lo que existe en el valle en el que se encuentra y lo que sucede en el mundo (Wall Street, las guerras, etc.) y en un balance constante entre el presente y el pasado, nos muestra los lugares históricos recorridos, como los persas, caldeos, sumerios, Zoroastro, armenios, o cristianos (p. 34), así como las rutas de los pueblos antiguos: el camino Real de los aqueménidas, las alturas del paso Peitak, Hamadán, etc. Siempre en paralelo con sus movimientos anímicos estables y también cambiantes en su deseo de aligeramiento mental y psíquico:" ¿no tenía un largo camino por recorrer? ¡Un camino sin meta…! (…) Ya no queda una casa donde me estén esperando; ya no queda una lámpara encendida junto a la puerta para mostrarme el camino a casa" (p. 44), lo que se supone que muestra un viaje hacia sí misma, una búsqueda interior.
El valle feliz "es un valle por el que no pasan las caravanas con sus camellos, donde reina la tranquilidad y el silencio, pero aparece el gorgoteo repentino y veloz del agua del río (Lahr) cuando pasa serpenteando entre las orillas, chocando con la gravilla (…) o cuando se levanta el viento, este terrible viento de montaña, que trae hasta aquí arriba el olor del polvo de la meseta quemada y que en la oscuridad tira de las cuerdas de nuestras tiendas" (p. 18).
Anne Marie se rebela contra la vida pasada, la vida convencional (p. 61). Renuncia a un trabajo estable en Siria, renunciando así a la comodidad, a una vida desahogada. (p. 48,9,50). Prefiere continuar buscando, viajando hasta que llega a tocar fondo a través del que regresa al origen, a vivir con los pastores (p. 65), pero también al desgarramiento:" Oh, ¡este miedo que me atormenta! Mi corazón está desgarrado. No encuentro palabras de liberación, ya no domino esta lengua. ¡Misericordia! (p. 68).
El valle feliz es un relato que nos devuelve a las ensoñaciones que recrean obras universales como Las mil y una noches, o a la confusión y la psique como en Crimen y Castigo. En definitiva, Anne Marie Schwarzenbach nos relata su terrible descenso a los infiernos de los que emergerá sin encontrarse nunca realmente en el mundo real. Vive intensamente y muere de la manera más fortuita e inesperada tras una caída de bicicleta y golpearse la cabeza.
Hablar de Rafael Chirves resulta cuando menos arduo teniendo en cuenta que es un autor sobre el que se ha escrito en abundancia, y al que, aún hoy dada su originalidad, se estudia con frecuencia.
Se dice de él que es un escritor crítico muy duro y debe de ser cierto, pero más que duro, yo diría que era exigente, con una visión muy clara de todo cuando le rodeaba, ya fuera su vida personal, la sociedad, la literatura, o la política. Por mi parte, me limitaré a comentar el volumen de sus diarios "A ratos perdidos 1 y 2", publicados por Anagrama en 2021.
No conozco sus novelas, y este libro es el primero que leo escrito por él. Quizá debería haber comenzado leyendo sus novelas, pero no me parece desacertado comenzar con la lectura de sus diarios puesto que nos ofrecen una visión profunda e íntima, no ya del escritor, sino de la persona.
A través de estos diarios, nos acercamos a una persona meticulosa e incluso obsesiva, cuestionándose permanentemente sobre la veracidad o la corrección de todo acto emprendido, lo que le lleva incluso a parecer depresivo por la falta de respuestas a todos sus cuestionamientos. Sin embargo, en lugar de decir que nos sorprende, deberíamos sentirnos profanadores de su intimidad, puesto que los diarios personales no se escriben con la intención de que sean leídos por nadie sino por el que los escribe y esto es lo que le da la libertad de expresar sus intimidades de forma mucho más profunda de lo que haría con cualquier persona. Aun así, esta profanación es relativa puesto que él mismo los preparó para su publicación.
Fuera como fuere, el inicio de estos diarios sorprende con la confesión de no encontrar ningún lugar suyo donde se halle a sí mismo, un lugar al que sienta que pertenece. Está acondicionando una casa y a pesar de que su habitación, (como la habitación propia de Virginia Wolf) está lista, no está bien allí, de hecho, nunca considerará que Beinarbeig sea su lugar definitivo ni propio:" Sensación de provisionalidad (…) Ni siquiera estoy a gusto cuando me encierro en la habitación que arreglé, ajustándola a mis necesidades y mi gusto, silenciosa, soleada, animada por el verdor de las plantas". (p. 47)
La primera parte está ocupada por la expresión de su homosexualidad, el fracaso amoroso, la profundidad de la separación en la que todo recuerda al ser querido:" En el amor, hay que ver qué prisa se da uno por cargarse de recuerdos comunes: libros, discos, lugares, mots de famille: como si no fuera precisamente toda esa ganga la que te hace pagar un elevado precio a la hora de la ruptura (…)" (p. 47). Aunque bien pudiera ser que el hecho de vivir una ruptura le haga no sentirse bien en ningún lugar. Asistimos a la discriminación en la medicina:" (…) como enseña don Carlos Marx, para comprender las cosas lo mejor es volver a las cuestiones del dinero y la lucha de clases: creo que lo que le jode es estar tratando a un desgraciado que la Seguridad Social ha hecho llegar a esta clínica privada tan prestigiosa, me trata como en casa de los señores se trata al palafrenero, cuyas enfermedades no cura el médico de familia, sino que le receta las medicinas y le pone las inyecciones el veterinario aprovechando que viene a visitar a las caballerías" (p. 51). La intensidad del inicio de este diario es valiente, incluso hablándose a sí mismo, expresando su pasión por François, o en la decisión de mostrar la sordidez del mundo homosexual, por ejemplo, en el laberinto de El Retiro, a plena luz del día, más o menos oculto de los viandantes.
Cuando, por fin, nos sustraemos del mundo de la homosexualidad, nos introducimos en otro universo igualmente trepidante y apasionante, pues esta vez es una lección magistral de literatura. Chirves nos muestra toda su erudición sin ambages; puedo imaginar que podría iniciar a un lector inexperto a emprender la lectura de manera diferente a la que podría serle habitual, abriéndole la mente a lo que le rodea, así como a los seres humanos. Su amor por la literatura es enorme y por ello mismo, siente celos de los grandes escritores porque tiene miedo de no ser capaz de escribir él mismo tantos libros hermosos y profundos, duda constantemente sobre su propia escritura, su validez y credibilidad.
Reflexiona sobre la escritura de una novela, lee con un ritmo trepidante y discurre a cerca de diferentes movimientos literarios, del realismo español de los años setenta del siglo pasado, principalmente por la novela "Si te dicen que caí" de Juan Marsé y de su homenaje a los de abajo: "(…) su novela es un ajuste de cuentas con la historia como gran infamia, y, sobre todo, un monumento/altar a los de abajo, fruto de un infinito aporte de piedad" (p. 131). Pasa revista a los diferentes movimientos literarios, la literatura clásica y moderna francesa, la literatura alemana de posguerra, con los que "rompieron con el tabú que impedía hablar del sufrimiento y las destrucciones padecidas por los perdedores" (p. 249); el subjetivismo y su desprecio por los escritores de Weimar; no olvida a Walter Benjamin y su teoría del lenguaje (p. 270); las vanguardias rusas y alemanas de principios del siglo XX; la literatura después de Franco y el fútbol; la literatura en la nueva España (p. 211) y la literatura de masas (p. 210); y como era de esperar, el siglo XX con sus vanguardias artísticas y las revoluciones políticas.
Chirves no olvida darnos su opinión referente a lo que significa para él ser un escritor (p. 261,3), y por supuesto, muestra a numerosos escritores sin obviar su criterio sobre ellos, Felipe Kamen, Dostoievski, Lukacs y su diferencia entre lenguaje escrito y lenguaje visual: "la diferencia entre labrar un terrero o bombardearlo" (p. 202), Balzac y sus descripciones de carácter; la muerte de Proust, como muerte de la memoria propia de la condición de la temporalidad personal y de identidad verdadera (p. 185); Céline, Drieu, fascistas y anticomunistas llevando esas tendencias a la normalización gracias a la Guerra fría; Pérez Reverte, del que aprovecha la lectura de su "Cabo de Trafalgar" para compararlo con Galdós y decidir que no es sino un populista.
De la mano de los escritores llegan numerosos libros entre los que, de nuevo cita a "Si te dicen que caí", de Juan Marsé. También hay un lugar para la cultura, la sociedad y la política con la historia como olvido, la injusticia sin la que se supone que no se puede vivir, la Movida madrileña y su caída, la vida como una serie de trabajos, el respeto hacia los que son más pobres que nosotros, el retroceso español tras la Guerra Civil, o la social democracia y el PSOE.
No olvida la pintura y los pintores, Bacon, Juan Gris, Fantin, Latour, y su enorme desprecio por Dalí: "(…) son -Dalí y Gala- dos personajes que están entre mis peores bêtes noires, farsantes sin escrúpulos (…). (P. 80), alude igualmente a una frase pronunciada por el pintor y encontrada en las memorias de Altolaguirre: "(…) no quiero nada con los vencidos (…)", (p. 161). Encontramos muchísimas citas de distintos escritores, como por ejemplo, la de Machado:" Entre hacer las cosas bien y hacer las cosas mal, hay un término medio, que es no hacerlas (p. 199), o la de la novela de Robert Musil "El hombre sin atributos":" El piano hacía vibrar la casa y era uno de esos megáfonos a través de los cuales grita el alma en plano universo (p. 126).
Los viajes son otro tema del que se ocupa; sus descripciones y comentarios sobre ciudades y personas. No es difícil visualizar los lugares de los que habla, París, Moscú, Alemania y el carácter alemán referente a la gastronomía, Inglaterra y su ausencia de gastronomía, Madrid, Barcelona y tantos y tantos países y ciudades. No en vano escribía artículos para la revista Gastronomía de la que era director, y a la que fue abandonando a medida que su naturaleza se transformaba. Capítulo aparte merecen sus viajes y comentarios picantes de las lecturas de sus novelas en universidades o centros Cervantes.
Finalmente descubrimos sus crisis personales o como escritor, aunque no las expresa una sola vez, sino a lo largo del diario:" El decrépito ave fénix chirvesco emerge de la pesadilla de un terrible resfriado. Recupera poco a poco movilidad y conciencia. Parece ser que aún no le ha llegado su hora". (p. 328). Algo realmente conmovedor es el reencuentro y las reflexiones sobre sus compañeros de infancia con los que compartió los terribles internados de huérfanos del franquismo y las consecuencias sobre su paso por ellos (p. 333…9). La influencia del consumo excesivo del alcohol y el tabaco (p. 237), los terribles repuntes de vértigo (p. 296); la fragilidad constante de que hace gala íntimamente:" Me invade de nuevo la sensación de fragilidad. Hay desorden dentro de mí, una casa llena de materiales, libros y papeles que se amontonan por todas partes, que ocupan los espacios que serían necesarios para realizar otras actividades (p. 301).
Llegados a este punto, debo decir que Rafael Chirves es un escritor torturado por sí mismo, sus dudas, sus inseguridades; con tendencias autodestructivas canalizadas a través del alcohol y el tabaco como si fuera heredero de los poetas malditos. Marcado por su orfandad de padre en los estrictos internados franquistas y su homosexualidad; y sin embargo, con una clarividencia excepcional para detallar con precisión el mundo de las artes, la literatura y la sociedad.
Vida y
destino, Vasili Grossman
Este libro aparece como una novela de guerra, sin embargo, su lectura no nos sumerge únicamente en la contienda, sino que nos lleva a un universo de reflexión sobre las relaciones humanas en el frente, en la vida civil, ante la adversidad, en la nostalgia de la infancia, de la vida familiar, o frente a la toma de decisiones difíciles. Nos encontramos ante una meditación sobre la religión, el bien y el mal, o el bien social.
Es una novela escrita en la tercera persona, pero cuyos diálogos, bien construidos, se prestan a la discusión política, familiar, personal y la exposición de sentimientos. Existen muchos eufemismos que vamos comprendiendo progresivamente según avanzamos en la lectura como, por ejemplo: "reclusión sin derecho a correspondencia", que se refiere en realidad a una sentencia a muerte. O el uso de términos populares como "India" utilizado para los barracones de la chusma, es decir, para los prisioneros que habían perdido toda su ropa en juegos de cartas en los campos de trabajo soviéticos; o "natsmen", apelativo dirigido a las etnias minoritarias no rusas.
Los no iniciados en los nombres y patronímicos rusos, se encontrarán ante la dificultad de reconocer a diferentes personajes que, habitualmente, pueden ser nombrados de tres formas diferentes como Stalin, cuyo nombre era Iósif, pero que puede aparecer como Koba o Soso; Vladimir, como Vovo o Volodia, o también Anatoni, que aparece como Tolia.
Grossman utiliza una prosa lúcida, aguda y precisa que pone al servicio de grandes descripciones sobrecogedoras de lugares, situaciones o personas, por ejemplo, la expresión de dolor de Liudmila (p. 165…176); de la retaguardia con sus jerarquías, emplazamientos, casas ocupadas, abandonadas o antiguas, fábricas…; pero también para recrear universos o espacios tan diversos como el frente, el Instituto científico, o la familia y el entorno de Shtrum y Liudmila.
Vida y destino es una novela con contenidos contundentes y conmovedores. Así, nos encontramos con la cuestión judía durante la ocupación alemana de Ucrania (carta de Ana Semiónova a su hijo Shtrum. p. 88), o más tarde, en la Rusia soviética, además de la consideración de las minorías étnicas como ciudadanos de segunda categoría. La vivienda es otro de los grandes temas, debido al hacinamiento de familias compartiendo un único apartamento, o las dificultades de la obtención del permiso de residencia con el que se obtendrá igualmente el cupón de racionamiento.
Sobrecoge el miedo y la inquietud por las indiscreciones, incluso durante las confidencias entre amigos cercanos; la obsesión por hacer siempre lo que es correcto por miedo a ser denunciados y represaliados; la sensación de estar permanentemente vigilados por todo el mundo, principalmente por los vecinos (p. 151). La detención progresiva de los miembros del Komintern, o de los que continúan siendo y declarándose leninistas. Sorprende la atroz deshumanización de la población general después de haber vivido la Revolución, la Guerra Civil, la colectivización total, las hambrunas y las deportaciones (p. 157), que contribuyen igualmente al envejecimiento de la población, por lo que, a menudo, aparecen personajes que son viejos y viejas.
Nuestro escritor ofrece una considerable presentación de los campos de concentración alemanes, así como de los campos de prisioneros comunes y políticos en Siberia, donde el trabajo se realiza en las minas de potasio, cobre, plomo, níquel y carbón, vigilados por mastines en el exterior (p. 200…); a la crítica del Estado que se sitúa por encima de los pueblos y de sus intereses; la crítica literaria (p. 243) poniendo el foco en Chéjov, el individualismo, el decadentismo o el realismo socialista. La desconsideración de la intelectualidad y del pensamiento censurables cuando no se sitúan dentro del pensamiento único del Partido bolchevique ruso estalinista. A pesar de todo ello, esta novela goza de la presencia constante del amor entre cónyuges, hacia los hijos o hacia la patria. Este amor posibilita la presencia final de un colofón esperanzador.
Vasili Grossman no sólo consigue retratar una época concreta durante el mandato de Stalin, es decir, la victoria de Rusia sobre los alemanes en Stalingrado, victoria que marcará el comienzo del fin de la Segunda Guerra mundial. También realiza su "mea culpa" ante sus propios errores pasados conjurándolos a través de sus personajes. Vida y destino es una obra imprescindible para no olvidar un tiempo histórico conocido por todos en grandes rasgos, pero no con la precisión que nos ofrece este autor.
El amante del volcán, Susan Sontag
La literatura nos brinda abundantes oportunidades de conocer y familiarizarnos con la Historia. Esto es lo que sucede en esta impresionante novela de Susan Sontag El amante del volcán, ambientada en el siglo XVIII. Es una novela histórica narrada en un estilo cuidado, excelentemente tratado, elegante, y de escritura meticulosa y refinada. Sin embargo, huyendo de la petulancia, su composición recuerda la de las novelas decimonónicas de fácil lectura como las de Balzac, Zola o Galdós.
Nos encontramos ante hechos históricos importantes como la Revolución francesa, la Primera república y la batalla del Nilo, ganada por Horatio Nelson; la implantación de repúblicas en diferentes países europeos, incluido el reino de Nápoles-Sicilia -escenario de la novela-, y las guerras napoleónicas.
Los personajes son numerosos y aparecen con su verdadero nombre, excepto Sir William Hamilton, siempre nombrado bajo el sobre nombre de El Cavaliere". Así, aparecen sus dos esposas, Catherine y Emma; Goëthe, en sus dos viajes a Italia; Fernando I su esposa María Carolina de Austria; Horatio Nelson y la poeta Eleonora de Fonseca-Pimentel.
Además de los hechos históricos, Sontag nos ofrece una cosmovisión realista y costumbrista en la visión y valoración de la época. Descubrimos las costumbres de una Corte pantagruélica con sus comidas, fiestas y cazas, con un rey corpulento o incluso orondo, y una reina que gobierna en lugar de su esposo. No falta el pueblo mísero al que en ocasiones especiales se le ofrece montañas de comida, de animales vivos que despedazan in situ dando muestras de crueldad, ordinariez, grosería y zafiedad, en contraste con las costumbres codificadas, refinadas y exclusivistas la burguesía y nobleza inglesas. Otro tema muy considerado es el del lugar de la mujer en todos los estamentos sociales, tanto en Inglaterra como en Nápoles.
Es un relato narrativo en el que proliferan los pretéritos indefinidos como expresión de sucesiones de hechos, ilustrado por la casi total ausencia de diálogos. El narrador es omnipresente, narra los hechos, pero también se permite valorarlos e incluso, a veces, extender sus comentarios hacia el siglo XX en comparación con los del siglo XVIII (P. 131). La escritura es en tercera persona excepto en el prólogo, la tercera y cuarta parte en las que los personajes intervienen personalmente en primera persona (P. 418).
Por otro lado, es un texto fuertemente descriptivo. Encontramos considerables descripciones en imperfecto y algunos pluscuamperfectos, como la que hace del equipaje de viaje, de Nápoles, del carácter del coleccionista, de Jack (P.86,7), de William, de Catherine, de Nelson, o de Emma.
Merece la pena penetrar en el universo del coleccionismo y el carácter y condición de una persona de cultura elevada como es el Cavaliere, prácticamente indiferente a los humanos puesto que se centra en su gran interés, más bien amor, por el Vesubio, sus movimiento y erupciones; lo visita, lo observa y anota sus observaciones, además de recoger muestras de lava fría y caliente. "(…) Coleccionar expresa un deseo que vuela libremente y se acopla siempre a algo distinto: es una sucesión de deseos. El auténtico coleccionista no está atado a lo que colecciona sino al hecho de coleccionar. (…) (P. 29). Es curioso descubrir el mismo deseo de coleccionismo en Napoleón:" (…) Toda la Italia coleccionista vivía en el terror de aquel insaciable depredador de arte, Napoleón, quien había obligado a las ciudades que conquistaba a entregar pinturas y otras joyas artísticas a manera de impuesto de guerra (…). (P. 240)
En la cosmovisión ante la que nos encontramos, se suceden épocas de calma dentro de las costumbres cotidianas, la alteración provocada por el corso y los franceses avanzando por Europa, la transformación de la sociedad con la proclamación de la República Napolitana, la restauración borbónica y el terror de las ejecuciones públicas de los jacobinos o sospechosos de serlo, es decir, los partidarios de los principios de la Revolución francesa y la instauración de la República.
Pero además de una novela histórica, también es una historia de compasión como por ejemplo, de la reina María Carolina de Austria por su hermana María Antonieta, ejecutada en Francia; de la dedicación de Emma curando las heridas de Nelson. Y también es una novela de amor, amor por el arte, de amor platónico entre personas que no deberían amarse, de formación de tríos públicos inhabituales en aquella época y la aceptación del escándalo provocado
El amante del volcán es un universo que subyuga por su intensidad, la pasión que desprende y porque parece incluir al lector haciéndole abandonar su puesto de observación adentrándole en la participación de los acontecimientos.
La hija del comunista, Aroa Moreno Durán
El
mundo periodístico requiere precisión y conocimiento del tema a tratar. En él
prima la información, si bien en la actualidad no pensamos en él como un mero medio
de transmisión de noticias objetivas, sino que consideramos que el periodista deja
de ser un simple observador al convertirse en protagonista de la realidad que
transmite. Con frecuencia, leeremos y escucharemos decir que lo que el
periodista pretende no tanto es contar la noticia, sino la verdad. Para ello,
se recurre, por ejemplo, a la narración de hechos de forma cronológica; como en
las crónicas; necesita basarse en hechos, relatos y personajes sobre los que se
informa, o a los que entrevista, algo así como en las crónicas literarias en
las que el escritor se apoya en relatos de viajeros, o vivencias, y costumbres
de ciertas épocas. Con ellas, el periodista debe hacer que el lector sienta que
es el protagonista de lo que está leyendo, como si la lectura fuera en realidad
las imágenes que está viendo. Según Juan Gargurevich, la crónica es un: "Relato
sobre personas, hechos o cosas reales, con fines informativos, redactados
preferentemente de modo cronológico y que, a diferencia de la nota informativa,
no exige actualidad, pero sí vigencia periodística" (Géneros periodísticos.
CIESPAL, Quito)
Podríamos obviar el hecho de que Aroa Moreno Durán sea periodista, o al menos que lo sea de formación, pero sí parece obvio en que en su novela La hija del comunista, su narrativa no es realmente literaria, o, al menos, no es lírica; no posee ni profundidad en los personajes ni en su psicología, bien que Almudena Grandes haya dicho que:" Es una novela perfecta, por la emoción y por la manera de su autora de acertar en todas las decisiones". La historia nos descubre a Katia que narra su historia en primera persona y en dos partes diferentes. La primera es en el Este, y la segunda, en El otro lado. La primera parte comienza en los años cincuenta, y termina en mil novecientos setenta y uno, en el que comienza la segunda parte. Antes de comenzar la lectura, la narradora nos pone en los antecedentes del texto que vamos a leer; conocemos a los personajes, Katia Ziegler, su padre, las niñas -es decir, ella y su hermana-, y su marido; pero no se menciona a la madre. Vemos que la historia se desarrollará a lo largo de varios años, comenzando en octubre y terminando en octubre, el mes de la revolución, el de la reunificación de las dos Alemanias; sin embargo, "todo está atrás", aunque ignoramos de qué es lo que está atrás. Esta imagen introductoria se completa con otros personajes secundarios, como las caras desconocidas de la bancada durante la ceremonia de su boda, un vecino, o un operario. También parece que estamos en su casa a oscuras debido a la lluvia, con una linterna réplica de las de la policía; sabemos que hay un jardín con árboles, un caballo mojado por la lluvia, hierba y arcilla roja en el suelo. Se casó en los años setenta, no recuerda las facciones de su marido, aunque una antigua foto se encarga de recordárselas, quizá porque haya fallecido o se hayan separado. Al principio tomaba fotos de los árboles, pero no sabemos al principio de qué, o dónde se han plantado bulbos. Es el esquema característico de una crónica en la que se introduce la confusión de datos necesaria para seducir e intrigar al lector.
La hija del comunista es una novela lineal y cronológica, aunque a veces la narradora nos confunda con expresiones como "antes". La evolución de la historia podría parecer descriptiva dentro de una cierta monotonía, pero aparecen picos de interés que captan la atención del lector y aumentan su interés por la lectura, haciéndole entrar en la intensidad, el dramatismo o la tragedia del momento, por ejemplo, con las apariciones de Johannes; son apariciones inesperadas que hacen de él un ser misterioso que siembra el deseo de que nos desvele su identidad, sin duda, extraordinaria. Esta figura se encuentra contrapuesta con la de su padre, descubierta por las hermanas en una de las maletas guardadas debajo de la cama, en la que descubre que su padre en España era comunista y huyó para ir a Alemania. El misterio de Johannes desaparece más tarde al otro lado, del mismo modo que se desvanecerá la figura un tanto misteriosa y querida del padre. Una vez en el otro lado, la narración parece carecer de interés hasta el momento en que Katia, hostigada por los invitados en una fiesta, confiesa que echa de menos a sus antiguos amigos porque allí los amigos son más amigos, o cuando comenzó a bailar un lipzi con Max. Esta vez no descubrimos el misterio, sino la indignación de los presentes, y sus críticas porque Katia no sabe reconocer el valor de haberla ayudado a cambiar de lado. El punto culminante de estos picos se produce en el reencuentro con su hermana y su madre.
Las dos partes están escritas en paralelo, con la misma estructura. Tanto en la primera parte como en la segunda, vemos "el otro lado", cuando cruza al oeste para comprar pescado y recibir un sobre (p. 15), pero también ya instalada en el oeste, sentada junto al río nos dice que "la vida dormía al otro lado del agua. Siempre al otro lado" (p.54). En las dos nos describe el lugar en el que vive. En la primera parte es el piso, una buhardilla pequeña para los cuatro (p.10,4); en la segunda, igualmente en una buhardilla, pero esta vez independiente y más espaciosa (p.54).
En la primera parte nos adentramos en la vida en el este, el sentimiento de ser seres extraños observados por los vecinos del oeste desde sus terrazas al otro lado del muro, la desesperanza del futuro, los primeros escarceos amorosos y el sentimiento de ser diferente por ser española, o de decepcionar a sus padres. Sin embargo, aparece algo de aire fresco con Julia y el grupo de cubanos alegrando la vida gris de Berlín, o el acercamiento a occidente a través de la música, los Rolling Stone o Joan Baez, sin olvidar que estamos dentro de una vida monótona, sin esperanzas fuera del engranaje del Estado.
En la segunda parte, Katia tampoco escapa de sus orígenes puesto que todo el mundo la llama "la española". Descubrimos la vida en el oeste, la mentalidad organizada y ordenada, pero también la desesperanza del futuro. La nota de color la ponen Maxi, su mujer y su hija que, como ella, salieron del este y para mejor adaptarse al oeste, parecen haber olvidado su vida anterior.
Las dos partes narran la búsqueda de un espejismo, de un mundo mejor por parte del padre de Katia huyendo de España, saliendo de una dictadura para llegar a otra sin saberlo; o por parte de Katia huyendo del este. A pesar de todo, mantienen el agradecimiento por la oportunidad de una segunda vida, aunque para ello hayan debido olvidar el pasado en un espacio que no deja de ser decepcionante. En los dos casos desaparece la identidad inicial para construir una segunda sin alma, superficial. Llegan momentos de confrontación entre las dos, pero no hay compatibilidad posible entre ellas. Finalmente aparece la posibilidad de una tercera identidad personal, de libre elección para Katia. Ni la primera ni la segunda fueron satisfactorias, por lo que tendrá que dedicarse cuidadosamente a la que pretende construir por elección propia.
La hija del comunista consta de dos partes redactadas de forma clara y concisa, sin epítetos superfluos, o palabras innecesarias para la buena comprensión; no estamos ante un texto lírico, aunque vemos imágenes que avivan el interés, como "la casa llena de papelitos con léxico alemán, las hojas de col que el padre identifica con lonchas de jamón, o las flores rojas del primero de mayo que seguían secas en el vaso de cristal", o el efecto de tristeza cada vez que se nombra "el otro lado, siempre el otro lado, antes, al principio… "
Las ideas expresadas no son numerosas, pero sí son claras en las dos partes, en las que se narra la historia de una huida, el sentimiento de la traición, la decepción en dos lugares divergentes y sin embargo convergentes, seguidos de la reconstrucción personal. Como en las crónicas, Moreno Durán nos cuenta hechos concretos, reales y absolutamente verificables en un texto narrativo y descriptivo en el que los diálogos no son ni abundantes ni extensos dando dinamismo al relato expresado principalmente en primera persona.
Me encuentro ante la disyuntiva de pensar que esta escritora ha confeccionado una novela perfecta que, sin embargo, son dos crónicas narrativas paralelas en espejo la una frente a la otra; las dos ofrecen los mismos elementos con personajes diferentes como son Katia, su padre y Johannes. Me hubiera gustado encontrar más lirismo, más profundidad en los personajes dentro de esta historia de estructura simétricamente precisa.
Hamnet, Maggie O'Farrell
El fin de la Edad Media aportó a Europa la aparición del periodo renacentista humanista. En grandes líneas, la iglesia cristiana y su idea de Dios como única fuente de conocimiento, la sociedad feudal y servil de la agricultura y la ganadería, las enfermedades y la baja esperanza de vida, las grandes guerras e invasiones, la decadencia de los grandes imperios, el arte bizantino, románico o gótico, dieron paso a la aparición de la burguesía y sus culturas, el patrocinio de las artes por las altas clases sociales, el retorno a la tradición greco-romana y al rechazo del dogmatismo cristiano, la reforma luterana, el invento de la imprenta y los grandes descubrimientos con nuevos mercados y nuevas mercancías y alimentos. Este nuevo periodo se llamó El Renacimiento.
En este nuevo periodo humanista se antepuso la razón y la búsqueda de conocimientos desconocidos durante la Edad Media, pero también el desvelar el alma humana. Renació el ensayo, nuevos géneros literarios como la poesía, el teatro y la novela. A esta época pertenecen, entre otros, Erasmo de Rotterdam, Montaigne, Maquiavelo, Cervantes o Rabelai. Encontramos igualmente a Williams Shakespeare, el poeta y dramaturgo que nos ocupa hoy.
Con Hamnet entramos de pleno en esta época y poco a poco descubrimos la vida del personaje principal cuyo nombre desconocemos, pues siempre se habla del preceptor de latín, de Él o del marido. Es un personaje no identificado y, sin embargo, no tardaremos en asimilarlo con el nada desconocido Shakespeare pues, en realidad, la autora Maggie O'Farrell, nos relata su vida de manera tan inconfundible, que casi resulta natural el obviar su nombre.
Todos conocemos la importancia de este escritor en la poesía, pero principalmente en el teatro, no sólo de su época, sino por su envergadura tal, que ha surcado los siglos y ha perpetrado hasta nuestros días sus temas y sus estudios del alma humana, en los que aún estudiamos la magnitud de Hamlet, Otelo, el rey Lear, Macbeth, o Romeo y Julieta.
En Hamnet, nos desplazamos continuamente del presente al pasado sin que dicha transición cause ninguna sorpresa ni dificultad de comprensión, por lo que por momentos nos encontramos frente a las historias familiares del preceptor o de Agnes, o a la educación, al desarrollo personal de cada uno de ellos, a la granja y a los trabajos del campo para una, y de la ciudad para el otro.
De entrada, la lectura del título de esta novela produce el primer arrobamiento por la similitud de grafía entre Hamnet y Hamlet, lo que de inmediato nos transporta hacia este escritor, su obra y su época. Sin embargo, pronto aprendemos a diferenciarlos y los separamos hasta que en algún momento del relato se produzca de nuevo la similitud.
Esta novela nos introduce en un universo de elaboración perfecta, de sensibilidad exquisita y de un lenguaje impecable. Maggie O'Farrel se muestra experta en el uso de imágenes claras y precisas dando una visión exacta de la escena:" (…) No hay nadie en la estancia: abajo, ascuas anaranjadas; arriba, suaves espirales de humo. El pulso de las rodillas magulladas se acompasa con los latidos del corazón. Pone una mano en el pestillo de la puerta de las escaleras y levanta la punta de la gastada bota de piel como si fuera a moverse, a echar a correr. Tiene el pelo claro, casi dorado; unos mechones alborotados se levantan por encima de la frente (…)" (p.10). El desaliento del niño buscando a alguien para ayudar a su hermana gemela; el amor hacia su hermana, hasta el punto de querer cambiarse por ella e intentar morir en su lugar, los cuidados de Agnes y su desesperación por no poder curar a su hija. Nos horrorizamos con la espantosa aparición del médico, el sufrimiento velado del preceptor, pero también nos asombramos y sufrimos con el largo parto de los gemelos.
Paulatinamente visualizamos Stratford, la ciudad de nuestro preceptor, el mercado, los mercaderes y vecinos, la vida cotidiana en los hogares, como encender las velas, el fuego, cocer el pan, limpiar la casa, el polvo, las alfombras, y una infinidad de tareas que mantienen activos a los moradores y hace habitables los hogares. No nos pasa desapercibida la maldad del padre y su interés por los negocios y los tratos provechosos para él, no siempre honestos.
Agnes, la mujer del preceptor, fascina con su visión divergente del mundo y de sus habitantes, su fuerte personalidad, su contacto estrecho con la naturaleza, su libertad de comportamiento y facilidad para curar y ayudar a sus vecinos con hierbas y medicinas naturales: "(…) Esa hija mayor tiene mala fama en la región. Dicen que es rara, peculiar, que está chiflada, loca tal vez. (…) ronda a placer por los caminos y por el bosque, sola, recogiendo plantas para hacer pociones extrañas" (p. 39). Este espectro personal le otorga la facilidad de, por ejemplo, vislumbrar la crueldad adyacente en la fabricación de un guante o las cavernas escondidas dentro de la personalidad de su marido: "Piensa en las costuras de un guante, que lo cruzan de arriba abajo, por cada dedo, uniendo la piel que no es la del que se lo pone. Piensa en la forma en que el guante encaja en la mano, la cubre y la contiene. Piensa en las pieles del almacén, arrancadas y estiradas casi —pero no del todo— hasta el extremo de rasgarse o de romperse. Piensa en las herramientas del taller, para cortar y dar forma, para sujetar y pellizcar. Piensa en lo que hay que desechar y robarle al animal para que al guantero le sirva de algo: el corazón, los huesos, el alma, el espíritu, la sangre, las vísceras. Lo único que siempre querrá el guantero es la piel, la capa externa, lo superficial. (p-130).
Tanto Agnes como el marido, se enfrentan a la muerte como pueden, huyendo o afrontando los hechos, intentando no destruir un matrimonio que les unió de forma tan particular y especial. Ellos mismos se ven enfrentados a los estados de ánimo, a los caracteres que Shakespeare describió tan íntimamente en sus tragedias.
En definitiva, O'Farrell nos devela una época llena de contrastes, como ocurre con el estado general de dos ciudades tan opuestas como Stratford y Londres. La primera, una ciudad de provincias, aparentemente burguesa, regida por el comercio, y Londres, la gran urbe cosmopolita plagada de contradicciones como la riqueza y la pobreza, la nobleza, la burguesía y el lumpen, la suciedad, las costumbras insanas o las casas insalubres. La medicina nos aparece dividida entre la medicina académica y los remedios caseros; admiramos los avances en las teorías del contagio a través del extraordinario viaje realizado por una pulga desde los confines del mediterráneo hasta llegar a Inglaterra dejando un rastro de peste bubónica durante su periplo.
La familia de Agnes y el preceptor son dignos representantes de la época. La era isabelina, el siglo de oro inglés aparece como tradicional, convulso y también con ciertos cambios. El preceptor vive largos periodos lejos de su familia, pero se muestra cercano afectivamente, abierto e indulgente, aunque a veces confuso en sí mismo. Agnes es una mujer de su época que como Isabel I -marcada por la violencia, las humillaciones e incluso el desprecio-, consigue trazar un camino en la vida para sí misma y para sus hijos, aun siendo tolerante con su esposo, respetando sus incertidumbres, sus logros y sus fracasos.
Maggie O'Farrel aprovecha la vida novelada de Shakespeare para tomarnos de la mano y pasearnos por el Renacimiento, el conservadurismo, los avances y acometimientos de un tiempo en plena ebullición.
Castillos de fuego, Ignacio Martínez d Pisón
Ignacio Martínez de Pisón es un filólogo dedicado al periodismo, la escritura de guiones de cine, de ensayo y de novela. Decidió dedicarse a la literatura después de haber recibido el premio del Casino de Mieres en 1984 por su primera novela La ternura del dragón.
En sus novelas, este escritor ha llevado a cabo el retrato de España a lo largo de la historia del siglo XX, desde el protectorado español en Marruecos, pasando por la Guerra Civil, el franquismo, y la Transición. Su importante trabajo realizado con una gran técnica, transmite y seduce al lector, por lo que no es de extrañar que se haya visto recompensado con numerosos premios.
Su última novela Castillos de fuego es de lectura fácil, pues abundan los diálogos de frases cortas. El autor recurre a la igualmente abundante puntuación: puntos, comas, interrogaciones, exclamaciones, puntos suspensivos, etc. No suele emplear ni léxico complicado, ni estructuras complejas, ni muchos párrafos extensos: "—¿Por qué no lees acostado? —Gloria le reconvino con dulzura—. "Estarías más cómodo. ¡Y con este frío…! —¿Qué película has ido a ver? —Hala, a dormir. Ahora mismo te preparo la bolsa de agua. ¿Quieres que te caliente las sábanas con la plancha?" (p. 25). Otra buena estratagema para dar ligereza y dinamismo al texto es la no utilización de capítulos; en su lugar, compone secciones de dos o tres páginas, en las que constantemente cambia de personajes y con las que el lector puede hacer pausas de lectura sin necesidad de esperar al final del capítulo.
Los personajes son tan numerosos que desorientan al principio, pero a medida que se avanza en la lectura, aparece la interconexión de los unos con los otros hasta parecer una inmensa telaraña en la que todos los individuos han caído atrapados sin ninguna posibilidad de liberarse. Estas divisiones forman parte de cuatro libros que comprenden las épocas que van desde el final de la Guerra Civil en 1939, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
La localización de la narración se sitúa en Madrid, una ciudad bien diferente de la que conocemos en la actualidad, en la que Barajas era un pequeñísimo pueblo y Cuatro Caminos, prácticamente el límite de la ciudad. Pero bien podría ser cualquier lugar de España, puesto que las circunstancias y las situaciones vividas eran similares. Se trata de una España con sus diferentes sectores sociales y dentro de una coyuntura común. Desde esta perspectiva, se nos muestra a los prisioneros esperando la resolución de sus juicios o la dramática ejecución de la sentencia:" Primero, el inesperado estrépito de la descarga. Después, los tiros de gracia, que se sucedían con implacable regularidad y era imposible no contar: uno, dos, tres, cuatro, y así hasta quince esa noche de principios de julio. Amancio, que fumaba en la oscuridad, esperó a que sonara la última detonación "(p. 129).
La narración se inicia con un gran golpe de efecto, el traslado del féretro de José Antonio llevado en pleno invierno desde Alicante hasta El Valle de los Caídos a hombros de falangistas fuertes y viriles en mangas de camisa recogidas hasta el codo y el cuello abierto; todos al ritmo trepidante de "Izquierda, derecha, izquierda, derecha…" Algunos dirigentes importantes como Ramón Serrano Suñer, amigo íntimo del fundador, se desplazan desde Madrid en coche y con sus abrigos largos de doble botonadura, pero mostrando su aflicción:" La suya era la expresión viva del dolor, que en él se percibía como algo superior: un dolor más profundo, más intenso, más noble que el de cualquier otro."
El racionamiento, el estraperlo y el hambre, constituyen la obsesión constante de los personajes; el auxilio Social cuidando, o tratando a los innumerables huérfanos de la posguerra a un paso del raquitismo y padeciendo la gran enfermedad del país, el hambre: La pobreza, la depuración en la enseñanza condenando al ostracismo y a la invisibilidad a los penados; la imposición de la religión que, incluso a veces, se convierte en la única posibilidad de consuelo o incluso de perspectivas personales. Dentro de este universo descorazonador, también aparece la idea de algo de progreso estudiando inglés. Todos los que fueron considerados los perdedores de la guerra, perdieron sus estatus "profesionales, sociales y económicos; no les quedó más remedio que vivir del racionamiento, de trabajos humildes y de recuerdos dentro de su modestia: "Anita le alisó las arrugas con la plancha y le echó unas gotas de perfume. Cristina, mientras tanto, rebuscaba entre los objetos de su madre: joyas modestas, peines de nácar, flores de tela".
No faltan los delatores, ni los arribistas que para congraciarse con el régimen y para hacerse perdonar sus pecados de militancia republicana, no dudan en sobrepasar todo límite del cinismo torturando a aquellos que fueron sus compañeros dentro de la célula en la que se habían infiltrado, igual que ocurría en aquella película de los años 80 titulada "Viva la Clase media".
Un apartado especialmente dramático, o incluso trágico es el del traslado de los presos de la cárcel de Porlier hasta la nueva cárcel de Carabanchel. Deliberadamente, el centro de Madrid, en sus arterias principales, se convierte en escenario de una representación sobrecogedora con el desfile en cuerda de los prisioneros, actores cómicos para ciertas personas y doloroso para otras. No es sino la ilustración directa de lo que le puede suceder a todos aquellos que no acepten ni se adapten al nuevo régimen.
En la provincia de Córdoba encontramos la vida de los maquis, que bien pudiera ser la misma que en cualquier otra provincia española, o la de los bandoleros de las serranías durante la invasión de Napoleón:" Lo primero que hicieron en el campamento fue lavarse las manos, pringosas de resina (…) en una hondonada protegida por árboles, el Mancho colgaba el caldero de un trípode de ramas y empezaba a preparar el rancho. Más allá, Arsenio cortaba el pelo a Mancebo, sentado a lo indio (…). Caralarga llevó al Mancho los huevos de perdiz y se entretuvo encendiendo el fuego con ramas de jara, que casi no hacían humo" (p.398). El Partido aparece con su superioridad política e intelectual al encontrarse en el exterior, dando las directrices de comportamiento, de recomposición de las células y comités, de ayuda a los militantes, colaboradores y enlaces, pero también con la rigidez y dureza disciplinaria característica del PCE, por la que no duda en ejecutar a cualquier militante, incluso dirigente, sospechoso de traición, como sucedió, entre otros, con Gabriel León Trilla.
Castillos de fuego nos habla de una España oscura en la que la mitad de la población vive bien, o muy bien, gracias a du adhesión al régimen. Pero también es una España que intenta reconstruirse y, dentro de la reconstrucción, encontramos a las personas influyentes, los pilares del régimen; otros que intentan por todos los medios obtener cómodas situaciones económicas de forma legar, ilegal o haciendo trampas por medio de los vacíos legales, aun a sabiendas de que sus superiores miran a otro lado, pero que lo toleran. Los que intentan hacerse perdonar sus pecados, principalmente los que hicieron la guerra en el frente republicano o los que ingresaron en algún partido o sindicato de izquierdas y que lo justifican diciendo que era la única forma de sobrevivir, o que se infiltraron para luchar desde dentro como si fueran integrantes de la quinta columna.
La otra España es la de los perdedores, en la que también se encuentra todo tipo de clases sociales: los depurados del Ministerio de enseñanza, la clase media republicana venida a menos intentando constantemente ganarse la vida en cualquier trabajo por humilde que sea; la prostitución forzada por el hambre, o por los errores cometidos, a menudo inocentemente; los que se implican en la clandestinidad sin ser conscientes del peligro real que ello conlleva; los militantes convencidos que, dentro de la clandestinidad intentan reconstruir la resistencia a Franco; los que lo perdieron todo y se ven condenados al chabolismo y a malvivir en la nueva sociedad.
Esta España emergente de la Guerra Civil se mantiene por medio del silencio y el miedo, no únicamente de los perdedores condenados a olvidar su pasado y a partir de cero, como si nunca hubieran tenido un pasado, sino también de los partidarios de Franco. Es una España sentada sobre el servilismo y los favores; en el momento en que se rompe este pacto táctico, se rompe el equilibrio; nadie está a salvo de ello, como le sucedió, por ejemplo, a Ramón Serrano Suñer o a Dionisio Ridruejo. El pensamiento único se impone en la nueva era de la posguerra civil.
Leyendo esta novela, me resultó inevitable pensar en La colmena de Camilo José Cela en el sentido de que las dos trazan un entramado de personajes durante la posguerra. Mientras, en mi opinión, Cela nos describe una época y sus personajes, de Pisón nos hace vivir la época utilizando los pensamientos y sentimientos de los personajes que razonan las causas por las que llegan a la situación del momento, es una novela viva y activa que no solo acerca la posguerra al siglo XXI, sino que ha conseguido que, como lector, me introduzca en ella y la viva.
El corazón del cíclope, José Antonio Abella
José Antonio Abella es un escritor Burgalés residente en Segovia del que lo ignoraba todo hasta que, hace un año, recibí de regalo uno de sus libros, Agnus diaboli. Quedé deliciosamente sorprendida por la calidad de su relato; tras leer su biografía, no comprendí por qué no se hablaba de él a nivel nacional puesto que el conjunto de su obra literaria ha recibido numerosos premios.
Lo mínimo que podría decir de él es que es un escritor sumamente erudito, cuya redacción en ningún momento podría ser tachada de impertinente o pedante. Aun siendo cuidadosamente realizada, me recuerda la sencillez de Delibes que, bien que, hablando desde la humildad, nunca se permitía ni la vulgaridad, el descuido o la petulancia.
Con el corazón del cíclope, entramos en un espacio histórico que bien pudiera parecer lejano, pero que, por el contrario, continúa siendo cercano por las estelas personales que aún se viven en muchas familias españolas actuales. En esta ocasión, José Antonio Abella se inspira de una historia real para hacernos viajar por el tiempo desde principios del siglo XX hasta los años cuarenta del mismo siglo. Recurre constantemente a una de las historias más conocida de la Odisea de Homero para confeccionar una biografía ficticia, partiendo del hallazgo de la cueva en la que durante cuatro años vivió uno de los maquis, de los emboscados de Cantabria. Así como el pastor Polifemo vivía en una cueva con sus ovejas de las que obtenía leche y carne, nuestro emboscado convivía con unas cabras que le proveían de leche de la que también elaboraba queso, o cazaba y secaba la carne.
La existencia de dicho emboscado le permite crear un mundo personal inmerso en la naturaleza, las minas, el duro trabajo de los desheredados sin futuro, cuyo lenguaje habla de lo que le rodea y cuya mirada resulta tan particular que parece irreal, sobrenatural, como la capacidad de ver el futuro de una de las abuelas del protagonista, o la deformación con la que nacen algunos niños del pueblo. El lugar elegido para la historia se llama Valferrado, en plena cuenca minera, nombre que recuerda extrañamente a Ponferrada, también en la zona minera de León. Éste es otro de los aciertos del autor, pues mezcla nombres reales e imaginarios sin que ello sorprenda; la familiaridad de los sonidos los convierte en reales, como la mina La Huesa que, en realidad, se encontraba en Andalucía. El paisaje y la naturaleza constituyen un gran e importante personaje de la novela que nos integra en ella y nos transporta a una vida agreste.
No encontramos fechas exactas que pudieran situarnos en el tiempo, sino alusiones a hechos como, por ejemplo, que hasta que llegó la República, Leo no supo que el trabajo de los niños estaba prohibido; pero antes de este acontecimiento nos habla de la tragedia de un niño de nueve años que murió el primer día en que bajó a la mina (p. 135). Los mineros son incultos e ignorantes y, aun así, entre ellos perviven reminiscencias de ciertos aprendizajes o de lecturas ocasionales en una zona en que la asistencia a la escuela era absolutamente aleatoria e irregular. Leo es el diminutivo de Leonardo, como el artista italiano da Vinci, por lo que parece que el niño está definitivamente destinado a ser inteligente e imaginativo.
Valferrado no se salva de la sobre producción que se produjo en España durante la primera guerra mundial y que enriqueció a los industriales y empobreció a los jornaleros y obreros en general pues, a pesar del aumento de los salarios, también los precios subieron de la misma manera provocando la migración de numerosos hacendosos en busca de trabajo lejos de sus casas; llenaron los pueblos de mendigos y rateros por la falta de trabajo para todos. La pobreza creciente llevó a toda España a una huelga general en 1917 al mismo tiempo que se desarrollaba el cambio industrial, pero también la expansión de las ideas socialistas.
En España se mantenía la idea y el orgullo de la grandeza pasada mientras la pobreza poblaba el país (p. 175) y mismo tiempo, el desarrollo de la guerra y la oposición entre aliadófilos y germanófilos que Abella ilustra mediante actos tan violentos como las peleas de mastines; ciertas ideas positivas como la comunicación entre los pueblos aparecía con la creación del esperanto (p. 224), pero, al igual que la Torre de Babel desagradó a Yahveh, el esperanto no sirvió para la unión y mantuvo la confusión en la comunicación entre los países. La dictadura de Primo de Rivera construye carreteras e infraestructuras, pero alienta la falta de ilusión en el porvenir y las mejoras sociales, sólo el PSOE y la UGT perviven mientras que la CNT fue prohibida o desarticulada. El espíritu de oposición y rebelión no reaparece hasta mil novecientos treinta en que, debido al aumento de mendigos y mineros en paro cuya subsistencia se cubría mediante las limosnas o los hurtos, avanzan hasta mil novecientos treinta y uno y la proclamación de la República. La alegría y la ilusión provocan desmanes, principalmente de los partidarios de la revolución inmediata, lo que nos lleva a las elecciones del treinta y tres y posteriormente a las huelgas y la revolución del treinta y cuatro con sus consecuencias de represión y cárcel por la que también pasa Leo, el protagonista de esta novela.
De este libro nos llega la idea de que no se puede pasar por la vida intentando contentar a todo el mundo, ni tampoco con la indiferencia de la autocomplacencia. Siempre llega un momento en el que es preciso elegir y tomar partido, implicarse en los acontecimientos que se viven. Así es como Leo tomará partido por la República y una vez terminada la guerra, se convertirá en maqui junto a otros compañeros; la muerte de todos ellos le obligará a vivir en una cueva hasta su muerte, cuatro años más tarde.
Impresiona la soledad de la vida en el monte, su cotidianeidad con las cabras, el raciocinio en la organización de los días, la preocupación por su aspecto físico, el odio por la guerra, el proyecto de viajar a América, los mensajes de y a Dámaso, las cartas a y de su madre, los preparativos para la Navidad. Pero sobre todo, descubre que la escritura le ayuda, le salva de morir ahogado en su silencio (p. 340)
El corazón del cíclope no es una novela lineal siguiendo las épocas históricas: explotación minera, guerra de Marruecos, Dictadura de Primo de Rivera, República, guerra civil, guerrilla, segunda guerra mundial y guerrilla. La historia se construye a partir de los cuadernos escritos por el emboscado en su cueva, por lo que se expresa a medida que le van llegando las ideas, los recuerdos, los afectos, las imágenes. Es decir que nos encontramos ante saltos constantes desde la infancia a la juventud y viceversa, o entre la juventud y la madurez; es por esto por lo que las alusiones históricas son tan importantes para no perdernos dentro del relato.
Abella nos brinda la historia de alguien que, salvando las distancias y las circunstancias, bien podría ser cualquiera de nuestros familiares que, lejos del silencio impuesto durante muchos años, prefiere hablar para no perder la razón, para mantenerse vivo, para recrear su identidad y para legarla, además de a su familia, a las personas con curiosidad para conocer los tiempos pasados, la intrahistoria familiar dentro de la Historia de España, o la Historia internacional, puesto que también pertenecemos a ella.
El corazón del cíclope es una novela entrañable que se impone mediante la fascinación de la lectura desde el inicio hasta el colofón final. Es una biografía ficticia que bien pudiera ser real, total o parcialmente en el seno de numerosas familias, de todas aquellas personas que vivieron con su tiempo.
El deber de violencia. Yambo Ouologem
Después de haber leído la novela La más recóndita memoria de los hombres de Mohamed Mbougar Sarr, la fascinación y el interés me llevaron a la lectura de la novela en la que se basó. Se trata de El deber de violencia de Yambo Ouologem, quien pertenece a la generación que, después de la literatura colonial, en los años cincuenta se interesa más por la literatura comprometida dentro de las tradiciones locales, el impacto del mundo islámico y árabe, la influencia del colonialismo europeo, y del cristianismo.
Como ya comenté en La más recóndita memoria de los hombres, la novela de Yambo Ouologem, obtuvo el prestigioso premio Renaudot y se convirtió en libro de culto para, a continuación, ser acusado de plagio, vilipendiado, retirado de las librerías y finalmente, olvidado.
Se le acusaba de plagiar principalmente a dos grandes escritores, el primero, Graham Green en su novela Campo de batalla. Sin embargo, el escritor francés Philippe Sollers afirma que "todo texto se sitúa en la conjunción de varios textos de los que también representa la lectura, la acentuación, la condensación, el desplazamiento y la profundidad. De cierta manera, un texto vale lo que vale su acción integradora de otros textos" (1968:75) (1). El segundo escritor plagiado sería André Shwarz-Bart, en El último de los justos, en el que, como en el libro de Ouologem, encontramos la idea de la saga familiar y la homosexualidad masculina, más como necesidad que como sentimiento real. En la primera parte de Ouologem se halla igualmente la similitud entre la leyenda de los Justos y la de los Saïfs (p. 35). Ouologem utiliza la persecución de los judíos y la violencia ejercida sobre ellos para hacer lo mismo en relación a los negros; nos encontramos ante el mismo esquema como base de un nuevo contexto, y como mantiene la escritora Julia Kristeva: "El libro remite a otros libros por los modos de conminación (…), otorga a estos libros una nueva forma de ser, elaborando así su propia significación" (1). En la segunda parte, nos enfrentamos a la lucha cotidiana de la vida, a menudo, sin ser conscientes de formar parte de un engranaje en el que lo que está en juego no depende del individuo mismo.
El inicio de Deber de violencia nos muestra el origen del imperio Nakem del que uno de sus componentes es su origen judío y cuya historia se desarrolla en paralelo a la historia de Adán y Eva y de sus hijos Caín y Abel, o con Jesús, su concepción, infancia y reconocimiento por parte de su primo el Bautista (p. 33,4), el nacimiento de Moisés, o la huida a Egipto de María y José. Ouologem hace muestra de su gran conocimiento de la Biblia puesto que alude a la historia de Abraham en la que Yahweh le obliga a dejar su país, Haran, y migrar a Canaan Pero también recurre a Isaac para explicar el origen de la tradición de la dinastía Saïf. No olvidemos a Cham, hijo de Noé que vio y rio de la desnudez de su padre ebrio, por lo que fue maldecido él y toda su descendencia destinada a la esclavitud; de ella descenderían los negros, siempre inferiores a los judíos descendientes de los hermanos de Cham y considerados superiores. Resulta curioso igualmente conocer el origen de los negros de África según la leyenda de los Saïfs, pues al parecer, la reina de Saba visitó al rey Salomón y después de un año, regresó a su propio reino, pero para entonces ya estaba encinta: "El Señor -santo sea su nombre- nos acordó la gracia de hacer aparecer en el origen del imperio Nakem, el esplendor de un único ancestro nuestro, el Judío negro Abraham El Héit, mestizo nacido de un padre negro y de una madre Judía de Oriente- de Kénana (Chanaan)- descendiente de los Judíos de Cirenaica y del Youat, que una migración secundaria a través del Aïr habría llevado a Nakem, según el itinerario de Cornelius Balbus"(p. 14) (1) Éstas no son las únicas muestras de préstamos hechos a otros textos, pues resulta imposible eludir las alusiones, por ejemplo de La leyenda de san Julián el hospitalario, de Flaubert, o de El Puerto, de Maupassant. Ouologuem era un escritor extremadamente erudito y sus plagios así lo demuestran. Aun así, su redacción es la de una historia fluida, fascinante y accesible a cualquier lector. No importa de dónde se hayan obtenido las ideas, lo importante es que es una historia, una leyenda seductora para cualquier mente curiosa.
La historia del imperio Nakem se desarrolla dentro de la extrema violencia animista, la colonización, primero árabe y musulmana, y a continuación, la europea. La violencia no cesa nunca y a ella se añade la trata de esclavos por parte de los musulmanes, los propios africanos y los europeos. Todo esto acompañado por numerosas conspiraciones paralelas de europeos y africanos, cuya intención no es otra que la de convencerse mutuamente de que colaboran, civilizan y se dejan civilizar. El tirano Nakem Saïf adopta rápidamente la educación europea para los hijos de los esclavos y de los sirvientes; su intención es la de manipularlos fácilmente y utilizarlos contra los blancos, y así, convencerlos de que aceptan su colaboración, así como ser colonizados y civilizados.
El deber de violencia es una novela importante que no habla solo de ficción sino también de la actualidad. Es una novela contemporánea que no deja indiferente; quizá ésta sea la razón por la que ha sido reeditada cincuenta años después de haber desaparecido de todas las librerías a pesar de, o quizás porque su autor regresó a Mali con el deseo de no mantener ninguna relación con el mundo occidental. Según el investigador Josias Semujanga (1999:114): "Rechazando todo compromiso, esta obra se erige como protesta contra la mitología de la negritud (que) constituye el fundamento temático y estético de la novela en boga en aquella época" (1).
En definitiva, y plagiando yo misma a Mohamed Mbougar-Sarre en La recóndita memoria de los hombres: "Poco antes de su suicidio, Lamiel publicó en L'Humanité su último artículo consagrado al Laberinto de lo inhumano. Consternado, lamenta que no se haya comprendido que Elimane, más que plagiar las referencias, jugaba con ellas; las nuevas redacciones eran demasiado evidentes como para no ser voluntarias (por otra parte, intencionadamente encontramos una frase ambigua: Habría que estar ciego para no verlas)" Ouologuem las utilizó para escribir una nueva novela en un contexto nuevo. Y no como simple copia de lo que ya había sido escrito en situaciones y contestos diferentes.
Madrid 5-09.2023
Todos los párrafos marcados por (1) son traducciones personales
REFERENCIA: Le Devoir de violence de Yambo Ouologem, Une lectura intertextuella,de Antoine Marie Zacharie Habumukiza ( Éditions universitaires Européennes. 2010).
La más Recóndita memoria de los hombres, de Mohamed Mbougar Sarre
Mohamed Mbougar Sarr es un joven escritor senegalés que ha estudiado en la Ëcole des Hautes Études de Ciencias Sociales en París. Ha escrito tres novelas con las que ha obtenido igualmente tres premios literarios; finalmente, en 2021 ganó el premio Goncour con su cuarta novela titulada La más recóndita memoria de los hombres.
Para esta cuarta novela se inspiró en Yambo Ouologuem y en su novela Le devoir de violence, que ganó el prestigioso premio Renaudot en mil novecientos sesenta y ocho. Ouologuem fue enardecido en un primer momento, e inesperadamente, criticado y vilipendiado por plagio de otras novelas, como Campo de batalla de Graham Green, o el último de los justos de André Schwarz-Bart. Éste último había obtenido el premio Goncour en mil novecientos cincuenta y nueve y posteriormente, fue a su vez, acusado de plagio. Ouoloquem siempre mantuvo haber utilizado el entrecomillado, pero, aun así, la polémica continuó creciendo. Le devoir de violence también fue polémico en Mali, ya que trataba el comercio de esclavos en África y por primera vez, un africano implicaba directamente en este comercio al continente y no únicamente a los europeos, por lo que se le consideró un traidor. Esta novela se basa en la leyenda de los inicios del imperio Nakem cuya saga se prolonga hasta el siglo XX.
En mil novecientos sesenta y nueve publica Les mille et une bibles du sexe bajo el seudónimo de Uto Rudolf dentro del más clásico estilo erótico francés en el que caracteriza las orgías practicadas por las clases acomodadas francesas en los años sesenta. Ouologuem persiguió en justicia a El Figaro Littéraire por difamación y a la editorial Le Seuil por disimulo de cuentas; a continuación, se negó a terminar su segunda novela Les Pèlerins de Capharnaüm y a finales de los años 70, se retira al país Dogon; a partir de los años setenta se aísla en Mali, rechaza todo contacto con Occidente y se sumerge en la más rigurosa religión musulmana.
Ya tenemos los elementos inspiradores de la novela de Mohamed Mbougar Sarr, es decir, el escritor desaparecido cuyo único libro publicado es excepcional pero acusado de plagio, la búsqueda y lectura del libro, y la búsqueda del escritor; todo ello sazonado por la constante presencia del sexo a lo largo del texto.
En la novela de Mohamed Mbougar Sarr, Diègane Latyr faye es un joven escritor senegalés llegado a Paris con la intención de realizar estudios superiores y convertirse en escritor. Allí se lanza a la búsqueda de un escritor senegalés de la época de entre dos guerras cuyo único libro, titulado El laberinto de lo inhumano fue publicado en mil novecientos treinta y ocho. Desde entonces, tanto el autor como el libro estaban desparecidos y ni siquiera los libreros parisinos podían dar cuenta de ellos, a pesar de que T.C. Elimane había sido apodado el Rimbaud negro. Gracias al Compendio de literaturas negras consultado en el instituto,Faye conocía la primera frase que explicaba el título: Al principio había una profecía y había un Rey; la profecía dijo al rey que la tierra le daría el poder absoluto pero, a cambio, reclamaría las cenizas de los ancianos, y el Rey aceptó; comenzó de inmediato a quemar a los mayores del reino antes de dispersar sus restos alrededor del palacio donde pronto creció un bosque, un bosque macabro al que llamaron el laberinto de lo inhumano. (1)
Faye consigue publicar un primer libro con el que se le abren las puertas de la diáspora africana de París donde entablará amistad con un joven escritor congoleño llamado Musimbwua. En París también conoció a Marème Siga D., una escritora senegalesa instalada en Ámsterdam, que le sorprenderá mostrándole y prestándole el libro tan deseado y buscado. El joven tiene la impresión de que Siga D. se ha convertido en la araña madre que le atrapa en su tela hablándole del libro, de su poder y de la fascinación que provoca, como si él hubiera sido elegido por el libro mismo. A continuación, le incitará a la lectura y a viajar a Ámsterdam para visitarla y comentarlo. Faye leyó toda la noche y volvió a leerlo de inmediato presa a una indescriptible fascinación. La misma fascinación se producirá en su amigo Musimbwa días más tarde.
Siguen unas cien páginas en las que Diègane Faye nos aclara su situación con Siga D. y establece un diario en el que narra la búsqueda de toda información sobre Elimane y su libro, sus pesquisas en los registros literarios en los que termina por descubrir diversas críticas; alguna de ellas, algo positiva, como la del escritor polaco Witold Grombrowicz hablando con Sábato en Argentina. Otras lacerantes como la del profesor de etnología africana en el Colegio de Francia: "(…) Ya ven ustedes las perturbadoras similitudes del mito (del pueblo basera) con el libro del Sr. Elimane. Está claro que ha retomado el relato sin cambiar prácticamente nada. Eso se llama plagio. Es posible que lo haya hecho con una noble intención (hacer conocer la cultura basera), pero entonces, ¿por qué no menciona a ese pueblo, que quizá sea el suyo? ¿Por qué escribe esta historia como si solo se la debiera a su imaginación o a su talento? (1) (p. 125). Sin embargo, Faye se siente intrigado por la crítica de la revista Deux Mondes elogiándolo sin reservas.
Por otra parte, nos acercamos a lo que los franceses, como pueblo colonizador, esperan de los escritores africanos dentro de la temática africanista, exótica y agradable para los antiguos colonizadores:" (…) Pero vosotros escritores e intelectuales africanos, desconfiad de ciertos reconocimientos. Por supuesto que, con tal de tener buena conciencia, en algún momento la Francia burguesa consagrará a uno de vosotros, y a veces se verá triunfar a un africano y erigirlo como modelo. Pero en el fondo, créeme, siempre seréis y continuareis siendo extranjeros, sea cual sea el valor de vuestra obra" (1) (p.85).
Musimbwa regresa al Congo, a la RDC, al país que va perdiendo, que desaparece por el simple hecho de haber permanecido lejos de él, el país personal, el de la infancia, el que poco a poco se va convirtiendo en el país del pasado. No sabe si está preparado para ello, pero, aun así, quiere intentarlo, improvisar y aceptarlo tal como es en la actualidad, en la realidad. Por el contrario, Siga D. después de muchos años fuera de su país, ha encontrado su lugar: (…) Yo he construido mi vida; dejé Francia para venir a vivir aquí, decidí no volver ya al Senegal porque es un país perdido (comprende esta expresión en el sentido que tú quieras), he escrito mis libros y he aceptado lo que me aportan: admiración, odio, desconfianza, pleitos. Lo que yo pienso de esta historia solo importa para la escritura. Yo la he vivido. Todo lo que te he dicho esta noche espera ser escrito" (1) (p. 400)
Por la vida de Faye pasan 2 mujeres, la primera escritora y la segunda, una periodista con la que compartirá su vida durante año y medio. Las dos le harán críticas profundamente hirientes referentes a su posición de observador sin implicarse en lo que ve o lo que escribe, siempre dubitativo y sin parecer seguro de sus ideas ni opiniones. En realidad, le reprochan que aún no sepa qué tipo de escritor desea ser.
Ahora conocemos la situación, el círculo y el lugar en el que se desenvuelve Faye; comienza la novela en sí, la búsqueda del escritor, el apoyo absoluto, y el ensañamiento de sus críticos, que por otra parte, se suicidarán en circunstancias no demasiado comprensibles.
T.C. Elimane es una persona enigmática, poco habladora y misteriosa; aparece y desaparece sin que nadie sepa dónde se encuentra ni cuándo aparecerá. Paulatinamente emerge la idea de que los críticos no han comprendido la importancia del libro de Elimane ni la grandeza del escritor, excepto su gran amigo incondicional Charles Ellenstein, judío francés, que morirá en un campo de concentración nazi y que, anteriormente, le ha ayudado a buscar a un hombre en el norte de Francia; este hombre resulta ser su padre muerto en la primera guerra mundial, junto a otros muchos africanos, seguramente enterrado en una enorme, desconocida y anónima fosa común.
Elimane consigue viajar a Argentina puesto que habla español, y allí frecuenta varios salones literarios en los que entablará amistad con grandes escritores como Sábato, Bioy Casares y otro escritor del que se comienza a hablar llamado Julio Cortázar. También en Sudamérica continúa con su hermetismo, sus desapariciones y reapariciones, hasta que revela que sus viajes tienen como objetivo la búsqueda de una persona que bien pudiera ser una mujer, pero no lo confirma. Este episodio argentino viene de la mano de una poetisa haitiana con la que mantenía una relación y nos dice que: "Durante la última noche que pasamos juntos, me leyó las primeras páginas de un libro que yo no conocía. No sé si era su libro, el libro en el que estaba trabajando desde hacía años. Pero era un principio de libro de los más bellos que haya oído nunca. Quizá sea para conocer la continuación por lo que comencé a buscarlo. Todo el mundo quiere encontrarlo." (1) (p. 416)
Cuando, por fin, Faye se decide a viajar a Amsterdam, Siga D. le cuenta su historia y la forma en la que obtuvo su libro. Aquí es cuando aparece la primera pista sobre la importancia del escrito y de su autor. Siga D. lo obtuvo de las manos de su padre moribundo pues el escritor era en realidad su primo. Elimane había seguido los pasos de su padre yéndose a Francia y ella también tenía intención de hacerlo; su padre lo supo desde antes de que naciera, sabía que abandonaría su país y su cultura tradicional para adoptar la cultura francesa colonizadora.
A través de esta novela asistimos de una forma particular a los efectos de la colonización, la duda entre mantenerse en la cultura original del pueblo colonizado, o adoptar la cultura del pueblo colonizador. Como suele suceder en las colonizaciones, los africanos fueron culturizados y perdieron su identidad original; desde entonces viven entre dos culturas sin ser franceses ni africanos. Elimane parece ser el punto de unión entre los franceses, o, mejor dicho, los críticos que no comprenden a los africanos y se suicidan convirtiéndose involuntariamente en el símbolo supremo de dicha falta de comprensión:" Poco antes de su suicidio, Lamiel publicó en L'Humanité su último artículo consagrado al Laberinto de lo inhumano. Consternado, lamenta que no se haya comprendido que Elimane, más que plagiar las referencias, jugaba con ellas; las nuevas redacciones eran demasiado evidentes como para no ser voluntarias (por otra parte, intencionadamente encontramos una frase ambigua: Habría que estar ciego para no verlas)" (1) (p. 362); los críticos mueren como posible punto falta de unión entre las dos culturas. Elimane une todo esto con sus propias desapariciones en la búsqueda de su verdadera identidad, una identidad personal que se hará a través de la literatura o no se hará. Elimane confiesa a la poetisa haitiana que proseguirá su viaje, pero que su destino final bien podría ser su mismo punto de partida: "Creo haber encontrado a la persona que busco desde hace veinte años. Voy a reunirme con ella. Después de este viaje, todo se habrá cumplido, cumplido realmente, y por fin podré regresar. Entonces será el último viaje, el gran regreso. He venido a hablarte un poco, a leerte algunas páginas, a hacerte el amor si te apetece tanto como a mí y a decirte…/ …adiós, murmuré. Lo sé" (1) (p. 476)
Elimane regresa a su país y se sumerge en su cultura original, toma el relevo de su tío y se dedica a ayudar a los necesitados con los remedios tradicionales. Sabe que no será él el único inmerso en la búsqueda que inició muchos años antes y por esta razón previene a sus parientes para que traten bien al que vendrá. Después fallecerá sin hacer ruido. Y efectivamente, Faye llega al pueblo donde aún vive una anciana parienta que le habla de Elimane y de su encargo. Estando ya solo, reflexiona sobre todo lo que ha vivido y lo que le ha sucedido y sobre el libro y el escritor, con lo que llega a una conclusión: "En el destino de Madag, este viejo mundo, es el mundo de su infancia y de todos los que le habitan: Ousseynou, Koumakh, Assane Koumakh, su madre. Para ser más poderoso, el Rey sanguinario debe matar al pasado. En nombre de su libro, Madag olvidó el suyo" (1) (p. 557).
La más recóndita memoria de los hombres es una novela imponente, conmovedora, que toma al lector de la mano y no le libera hasta el desenlace final. Mbougar Sarre juega constantemente con la realidad y la fantasía. Nos encontramos con personas reales como Wildold Grambrovicz, Sábato, Bioy Casares, Júlio Cortázar, ciudades y países reales, pero también con escritores ficticios y situaciones ficticias. Por momentos no sabemos si estamos leyendo una novela de ficción o el relato de la vida de un escritor real. La construcción es impresiónate y literalmente sorprendente pues constantemente nos encontramos ante giros que no nos esperábamos. Es una narración de aventuras y viajes, erótica, crítica e iniciática. Como el mismo Mohamed Mbougar Sarr dice, es una biografía imaginaria, pero una maravillosa biografía imaginaria.
Vivir con el corazón, de Javier Santiso
¿Quién no ha oído hablar de Vincent Van Gogh, quién no conoce sus girasoles, su minúscula habitación, o su rostro con cara de alucinación? Si nos ponemos a pensar, parece imposible que alguien pueda escribir algo nuevo sobre este genial pintor, que se ofrezcan informaciones desconocidas hasta ahora. Seguro que no hay nadie que desconozca su barba pelirroja, la pobreza, las necesidades en las que vivió hasta su muerte, y sus problemas de salud física y mental.
Javier Santiso, economista, empresario, traductor y escritor, lo ha conseguido con su libro vivir con el corazón. Es un libro de ocho capítulos, un librito de a penas ciento diez páginas, pero de una condensación sobrecogedora. Nos encontramos ante una expresión de pura poesía, es un poema en prosa repartido en capítulos, cuyo ritmo está marcado por la ausencia de puntos; nos encontramos ante abundantes comas que dirigen la inflexión de un ritmo que parece entrecortado, como si leyéramos a borbotones, concentrándonos más que en la lectura, en la fascinación de las emociones, los sentimientos, la alucinación o la perspectiva de la vida del pintor.
Descubrimos la sombra de su hermano muerto al nacer un año antes que él, del que parecía no poder diferenciarse debido al nombre que compartían. La búsqueda de sí mismo a lo largo de los estudios y los diversos oficios ejercidos hasta descubrirse y saber que su destino era el de la pintura. A partir de ese momento, se inicia, aprende, frecuenta el taller de su primo pintor de moda, Anton Mauve, al que sorprende por su rápido progreso, su forma de pintar, sus trazos ya espesos, la búsqueda de los colores del cielo, o el movimiento del viento. Más tarde, ya en Arlés, serán lo colores vivos, los rojos, azules, amarillos, o los blancos.
Cada palabra, cada frase del libro nos transmite la sensualidad, la sexualidad, la comunión de los cuerpos lejos de la posesión (44,5). En Arlés, se dedica a la decoración de la habitación destinada a su amigo Gauguin para cuando vaya a visitarle, pero que tardará mucho en hacerlo. En Arlés, pronto se labra la reputación de loco y pocas serán las personas que acepten relacionarse con él; no le quedará más remedio que frecuentar a las prostitutas del burdel cercano a la casa amarilla en la que se aloja. Sin embargo, y con reticencias al principio, se vinculará a él cartero casi analfabeto que trae y lleva las cartas escritas a su hermano Theo. Es un cartero gigantesco cuya barba y cabellos se asemejan a los campesinos rusos, y así es como lo pintará. Con la proximidad creada entre los dos, no podemos por menos que recordar al cartero de Neruda con el que el poeta entabló igualmente una estrecha relación.
Van Gogh pinta como piensa: "dando latigazos al viento" (p. 58), obsesionándose con pintar la vida, los colorees de la vida explosiva, la fuerza del mistral, los cipreses curvándose, las estrellas. Se obstina con ver con los ojos del corazón (p. 57). Su vida obsesiva le irá alejando de los lugareños y se encontrará solo, pero pintando cada vez con más rapidez innumerables cuadros exuberantes de colores.
Sus relaciones con las mujeres son tormentosas y su carácter brusco e incluso brutal le aleja también de las prostitutas. Por fin, conseguirá una relación más estable con una joven prostituta de veinte años, que tendrá su punto final con la traición de Gauguin acostándose con ella, lo que provoca igualmente la separación de los dos amigos y la amputación de la oreja de Van Gongh. Después de esta traición, recibirá la noticia del compromiso de su hermano Theo, por lo que se sentirá igualmente abandonado, pues supone que su unión con su esposa y su nueva familia, le alejará de él. Hasta entonces los dos hermanos se han adorado y Theo siempre le ha ayudado económicamente. Más tarde comprobará que se equivocaba al sentirse abandonado. Sus trastornos mentales le conducen a reiteradas estancias en sanatorios psiquiátricos en los que también continuará pintando.
Así fue la vida de este pintor y así nos la muestra Javier Santiso, porque en realidad, no ha escrito simplemente un libro, sino una oda al amor por la vida, al mundo de los colores, a la gente, a los que temían y a los que rechazaban al pintor, principalmente a los pobres a los que él mismo pertenecía. Es la expresión del sufrimiento por la traición, la gran traición de su mejor amigo, pero también el gran amor por su hermano Theo sin el que no habría podido vivir. Es igualmente un homenaje a la vida, que comienza con el trauma del nacimiento al salir del cuerpo retorcido y dolorido de una mujer, y perdura a través de la comprensión y la obstinación de otra mujer que unirá a los dos hermanos más allá de la muerte en tumbas contiguas en el cementerio de Aurès les bains, dará a conocer la pintura de Van Gogh al mundo, y también, publicando sus cartas mutuas, publicará el inmenso amor que sentían los dos hermanos, y que sin duda alguna, subsiste más allá de la muerte.
La conjura contra América
Philip Roth
Philip Roth es un escritor americano que, con su forma personal de escribir, revolucionó la novela en Estados Unidos. De origen judío, se ocupa constantemente de la posición de los judíos dentro de la sociedad, de su integración o adaptación, o de la falta de ella, dentro de la sociedad, de cómo son percibidos por los no judíos, y sobre todo, cómo se establece la relación entre ellos.
Todos estamos acostumbrados a que el nombre de los Estados Unidos de América se haya convertido simplemente en América, como si otros países del mismo continente no formaran parte de él, ya sea en el norte, el centro o el sur. En "La conjura contra América", nos encontramos con que Estados Unidos es un país contado por un niño observador que se enfrenta a sus propios miedos, nos ofrece las primeras visiones de su familia, sus orígenes, su establecimiento y su desarrollo.
Esta novela parece estar basada en gran medida en la vida del autor, puesto que el nombre del niño protagonista es el mismo y vive en la misma ciudad portuaria e industrial de Newak, en el estado de Nueva york. Este niño relata sus miedos estrechamente relacionados con los acontecimientos que se desarrollan en el país y que influyen directamente en su familia y en muchas otras familias.
El inicio es un retrato tranquilo de los descendientes de una familia judía emigrada a Estados Unidos, sus ocupaciones, su lugar de residencia y sus relaciones con los vecinos. Poco a poco, su visión será menos armónica y sabremos, por ejemplo, que su padre no acepta un ascenso dentro de su empresa porque el lugar donde vivirían estaría habitado principalmente por bundistas, es decir inmigrantes de origen alemán. Si se trasladasen al nuevo barrio, vivirían en un vecindario de cristianos y su casa se convertiría en "la casa de los judíos", la única entre tantos cristianos. Aunque no comprenda muy bien la razón, Philip descubrirá igualmente la discriminación hacia los judíos durante un viaje familiar a Washington.
La historia se sitúa en un momento histórico muy particular, entre la Gran depresión de los años treinta del siglo pasado y la segunda guerra mundial. En la primera época asistimos a las dificultades adyacentes a la crisis económica, pero también a la creación de grandes fortunas a menudo apoyadas en mafias y negocios ilegales, como también sucedió durante la Ley seca. Los métodos de contratación de empleados y obreros se mantenían en el servilismo y el clientelismo mediante servicios y protecciones.
"La conjura contra América" es una historia compleja que apela constantemente a nuestros conocimientos históricos, ya que Roth utiliza características especiales de personas que existieron para hacer de ellas personajes ficticios importantes; transforma sus historias con hechos que nunca realizaron y fechas que tampoco corresponden a los hechos reales. Con la llegada de la segunda guerra mundial a Europa, estados unidos se divide en dos grandes bloques; el primero es el de los republicanos aislacionistas, de tendencias nazis, cristianos y partidarios de la no intervención en la guerra; están dirigidos por el presidente Lindsel, pero apoyados por el rabino Bengelsdorf y gran parte de los judíos ricos. El segundo bloque es el de los demócratas, cuya gran esperanza se sitúa en la persona de Flanklin D. Roosvelt, partidario de la intervención en la guerra.
Es la época en la que aparecen grupos extremistas como el partido nazi americano; los bundistas de origen alemán y de orientación nazi; el Ku Klus Klan; la Legión negra y la Legión plateada. Todos, grupos extremistas cuyo lema es el de América primero y tildan a los demócratas de comunistas, antipatriotas y traidores. No faltan las crisis ni los grandes disturbios en ciudades industriales como en Detroit o Chicago, o una noche semejante a la Noche de los cristales rotos en Alemania en mil novecientos treinta y ocho en la que estalló la ira contra los judíos. No tarda en aparecer la vigilancia de los ciudadanos a través del FBI, lo que recuerda a la caza de brujas del senador McCarthy años después. Todas estas noticias se conocerán por los periódicos y la radio hasta que vemos la aparición de la limitación a la libertad de expresión (p. 324,5).
Asistimos con sorpresa al intento de desplazamiento de familias judías a lugares lejanos poblados por gentiles, es decir, por cristianos, con la intención de gentilizarlos separándolos de sus comunidades, familias, amigos y tradiciones a través del programa Colonia 42; al mismo tiempo, a través del proyecto Buen Vecino, se ocupan las casas vacías por vecinos no judíos (p. 377). Del mismo modo se intenta gentilizar a los hijos de los judíos a través del programa Solo Pueblo (p.264,5) en el que niños judíos trabajan durante los meses de verano en granjas de gentiles. El intento de cristianización de los judíos tiene el ímpetu necesario como para que estos niños judíos lleguen a calificar a sus padres y hermanos de "vosotros los judíos del gueto, asustados y paranoicos" (p. 304, 313).
Resulta curioso observar la oposición entre diferentes grupos de judíos. Por un lado, los grandes empresarios, ricos y de derechas, conspiracioncitas y simpatizantes de los nazis. Por otro lado, ciertos judíos ricos y otros más modestos, o incluso pobres, de izquierda. Se divulga la idea de una conspiración de los judíos, instigadores del rapto del presidente Lindsberg con la intención de dar un golpe de estado (p. 423). Sin embargo, la Primera dama expresa su oposición a esta idea y finalmente, Rooswelt es elegido nuevo presidente (p. 429), Estados Unidos entra en guerra en Europa y se aclara la existencia de la conjura.
La conjura de américa es una historia rocambolesca que comienza como una historia familiar y que gradualmente se extiende a la ciudad, después al estado de Nueva York, a los demás estados, y finalmente, se expande por todo el país. Es una historia complicada para los lectores desconocedores de la historia de Estados unidos pues, como dije al principio, Philip Roth parece jugar a despistar a los lectores utilizando personajes reales o inventados, variando las fechas y los hechos, obligándole a informarse constantemente de los hechos reales y las personas reales. Pero finalmente es la historia de un país descomunal construido con violencia y poblado por inmigrantes de todas las nacionalidades, de las que se excluye a los indios a y los negros que, por su condición de esclavos o esclavos libertos, parecen no importar. Es una historia contada por un niño y centrada en la comunidad a la que pertenece..
La sombra del ciprés es alargada
Miguel Delibes
Miguel Delibes es uno de los escritores españoles pertenecientes a la generación de los años cuarenta y cincuenta, ya mencionada en este blog a propósito de otros autores como Ana María Matute o Carmen Laforet, tan prolíficos, que escribieron hasta iniciado el siglo XXI. Algunos, prácticamente, comenzaron su carrera ganando un premio importante como el Nadal, lo que los popularizó de inmediato, por ejemplo, Carmen Laforet con Nada, o Miguel Delibes con la sombra del ciprés es alargada.
Este primer libro de Delibes aparece cuando España continúa viviendo marcada por la guerra civil; el título podría sugerir el recuerdo de aquellos cementerios aun bien poblados años después de la contienda. Sin embargo, el escritor busca un subterfugio para tratar un tema diferente, quizá también propiciado por los vestigios del conflicto pasado.
Asistimos a la oposición del fatalismo que condiciona la vida humana y el optimismo del hombre capaz de mejorar su vida o sus condiciones de vida. Así podríamos verlo en el universo de Voltaire y Candide, de Diderot y sus Lettres philosophiques, o de Leibnizy su Principe de raison suffisante.
El libro de Miguel Delibes consta de dos partes. En la primera vemos la infancia de Pedro y de su amigo Alfredo en Ávila, ambos formados por su preceptor don Mateo Lesmes. La segunda es la vida de adulto de Pedro cuya profesión de marino mercante le lleva a viajar por el mundo y a conocer innumerables situaciones que le sirven para corroborar su creencia y su filosofía de vida.
En la primera parte, Pedro adopta los principios de don Mateo en el sentido de que, si no se espera nada bueno, no se padecerá una vez perdido, y no se le echará de menos; no se sentirá nostalgia por lo perdido. Esta idea evita el sufrimiento de lo que nunca se ha disfrutado. Mientras tanto, Alfredo, marcado por la enfermedad y la desgracia familiar, mantiene la esperanza de que la situación pudiera cambiar si se dieran las circunstancias necesarias, a pesar de que su enfermedad ponga término a su vida a corto plazo. También es él quien formula la diferencia entre los cipreses semejantes a espectros con frutos crujientes pendientes de sus ramas como calaveritas pequeñas; mientras tanto, los pinos poseen un aroma agradable, y su sombra es redonda, más repleta, más humana y más simpática. Pedro aún no ha adoptado completamente las teorías del preceptor y Alfredo también influye en él. Tras la muerte de éste, Pedro no siente nada más que vacío, un vacío sin remedio. Éste es el momento en el que Pedro comprende, por fin, la máxima de Don Mateo "entre perder y no llegar era preferible esto último" (p.145). Necesitó varios años para saber que "el hombre, físicamente, es una planta que nace de la tierra y acaba en ella...Fatalmente también". Por eso, su profesión de marino era perfecta ya que le permitía evitar los tratos reiterados y permanentes (p. 163), las relaciones humanas que le atarían sentimentalmente, le harían sufrir y le limitarían, llegado el momento de la separación.
En la segunda parte encontramos a un Pedro adulto, bien considerado en su profesión y seguro de sí mismo profesional y personalmente. Vive satisfecho con la práctica de sus ideas y de su filosofía de vida; nunca conoce contratiempos porque no se compromete en situaciones que pudieran hacerle dudar. Es un hombre razonable, de una lógica consistente y coherente, a pesar de que por momentos se ve como un ser deforme y complicado al que le pesa su vida aislada y artificial.
Toda su falsa seguridad comienza a vacilar en el momento en que conoce a Jane y siente que, por primera vez, el azar hace que traicione sus principios enamorándose de ella, sintiéndose indefenso; no obstante, debido a sus principios, su actitud quizá simple, o lógicamente fatalista, resulta transparente, como la de un niño. Es la primera vez que siente que al igual que una corveta dentro de una botella, "Yo no podré salir sin destrozar la funda que me aprisiona" (p. 227). También es la primera vez que tiene algo a lo que renunciar, y renuncia a ello, aun comprendiendo que los sentimientos no pueden cortarse de golpe. Es una época en la que a su alrededor se encuentran personas, como Alfredo en su infancia, que intentan alojar algo de optimismo dentro del fatalismo en el que vive. Luis Bolea, su piloto, le pone frente a algo que él mismo no se había confesado, su temor a la vida, que le lleva a comportarse de forma reticente e incluso ambigua.
No pasa mucho tiempo antes de que comprenda que él, Pedro, es la obra del señor Lesmes y doña Gregoria que, tras la muerte de su marido, prometió "no querer nunca a nadie más" porque le daba miedo (p. 268). Pedro comienza a tomar conciencia de su estado, de su formación, hasta el punto de sentir que está derrochando su vida, que vuelve el vacío que una vez le envolvió. Aparece el primer atisbo de rebelión y de rencor hacia el señor Lesmes, seguido de la sensación de estar destinado a la locura; todo esto desemboca en una gran crisis personal dominada por la fiebre. A fin de reponerse, acepta pasar unos días en casa de Luis Bolea donde el cambio de aires, el descanso y los paseos deberían ayudarle. Es allí donde también concibe la idea de que, cuando la mayoría de los hombres vive de cierta forma, y sólo él lo hace de forma diferente, el que se equivoca es él; toma conciencia del pesimismo que le provoca el sentimiento de estar sufriendo la vida y no viviéndola.
La luz se hace en él y se decide a mirar la vida hacia adelante. Vislumbra su vida tranquila con Jane, con niños y en una casa tranquila. Una vida armónica opuesta a lo que había conocido hasta entonces. El optimismo entra en él. Pero es entonces cuando un triste accidente termina con sus ilusiones. Ni el pesimismo ni el optimismo le han dado la felicidad. Es a partir de ese momento en el que debe comenzar a construirse a sí mismo basándose en sus experiencias, renuncias y sufrimientos; vuelve al punto de partida de su vida para ponerse en marcha y poder realizar la conclusión a la que también había llegado Candide, pues de lo que se trata es de que debemos cultivar nuestro jardín, de recoger los trozos, las alegrías y las tristezas, las felicidades y las infelicidades, para recomponer nuestras vidas según nuestras propias experiencias.
Esta novela es filosófica, compleja y densa, sin embargo, el éxito de Delibes es el de haber conseguido algo sublime, es decir, escribir de forma clara, pero sencilla sin que a penas nos demos cuenta de la trama tan profunda que encierra. Es una historia aparentemente simple, pero de gran elaboración. Las estructuras, las expresiones, el léxico, no resultan rebuscados, por el contrario, sino perfectos. No es una obra escrita con rapidez. Más bien concienzudamente, rallando la perfección. Delibes consigue dar una lección de naturalidad dentro de la expresión de la complejidad, sin enunciar ningún principio filosófico.
Mario Vargas Llosa
Vargas Llosa es un escritor tan conocido, prolífico, comentado y premiado, que parece imposible añadir nada sobre él. No en vano es el iniciador y un gran representante del boom latinoamericano de los años sesenta y setenta del siglo pasado en el que la narración era muy experimental, social y politizada. Por mi parte, me limitaré a hablar de él a través de dos novelas de su primera época, "Conversaciones en la Catedral", "La ciudad y los perros".
Lo primero que se puede decir es que su conocimiento de la sociedad peruana de la época es extraordinario y en estos dos libros, la desmenuza de forma realmente minuciosa. En "Conversaciones en la Catedral" parte de la clase alta limeña para mostrarnos también a la clase baja trabajadora a su servicio y los abusos de que ésta es objeto. No falta la discriminación y el racismo situado dentro de la pirámide social en la que se la incluye. Por supuesto que la punta de la pirámide la constituye esta clase social alta compuesta de altos funcionarios, militares y empresarios beneficiarios de los favores del gobierno y sus diferentes miembros; favores que los enriquece, pero que deben ser debidamente correspondidos. Por debajo de esta clase privilegiada se encuentra la clase media compuesta por funcionarios, periodistas y algunas profesiones liberales. Por último, se encuentran los servidores y pequeños comerciantes, en cuyo primer tramo están los serranos y los chinos, seguidos de los negros. Estos últimos gozan del gran desprecio de todos pues no se les considera ni fiables ni inteligentes ni trabajadores. Por debajo de ellos vemos a las mujeres de las que se usa y abusa según el albedrío de cada uno; las esposas oficiales gozan de consideración social y del respeto debido a sus maridos, son descerebradas, ocupadas de la moda, las relaciones y prestigio social, de la importancia de su rango social, y de las críticas que se les pueda hacer. Las sirvientas resultan invisibles o casi invisibles para sus empleadores, aunque a veces sirven a empleadores considerados, y también veces, sufren el acoso de los hijos de la familia sin que ello parezca tener importancia; las pequeñas comerciantes y emprendedoras, que se ganan la vida difícilmente con un pequeño negocio o un igualmente pequeño y modesto hotelito. Por último, están las prostitutas a las que se recurre constantemente, se les otorga consideración durante el tiempo en que son útiles, y se las abandona sin ninguna consideración cuando dejan de serlo.
El hecho de que un hombre casado y con medios económicos suficientes mantenga a una amante, parece ser habitual e incluso normalizado, de forma que, incluso los que no gozan de suficientes medios, también lo practican. No falta el exceso de bebidas alcohólicas consumidas por todo tipo de hombres. Los desclasados, que no se reconocen en ningún estrato social, pero que les gustaría tener uno propio, a pesar de que a menudo provienen del estrato social más alto. Aquí podríamos encontrar el alter ego de Vargas Llosa en la persona de un estudiante perteneciente a la clase alta, pero que eligió la universidad de San Marcos llena de serranos y proletarios de izquierda e incluso comunistas, a los que abandona tras su participación en una gran huelga y su posterior detención por la policía.
En la segunda novela, "La ciudad y los perros", el ambiente es muy diferente, pero también reproduce todos los estratos sociales. Esta vez nos situamos en una escuela militar frecuentada principalmente por niños serranos y negros porque son los que nutren al ejército de soldados y oficiales suficientes y necesarios. En ella también se encuentran algunos hijos de clases sociales altas recluidos por padres o padrinos con la intención de corregirlos, hacer de ellos hombres de provecho y poder reincorporarlos más tarde al estrato social que les corresponde.
Esta escuela militar tiene como principal objetivo hacer que los niños se conviertan en hombres; es precisamente este objetivo el que hará que entre sus paredes se instale una crueldad tan desmedida que, incluso terminará con la vida de alguno de ellos. Todos los excesos cometidos, como los bautizos despiadados, acosos brutales, exceso de alcohol, tabaco, robos de exámenes, o juegos de cartas, serán disculpados in extremis porque contribuyen a que los niños se conviertan en hombres y porque es imperdonable traicionar al ejército, hecho que provocará que ciertas faltas graves sean ocultadas y las denuncias no sigan su curso establecido.
De nuevo encontramos los mismos tipos de personas, los superiores desde el oficial de graduación más baja hasta el de graduación más alta, los serranos de mente obtusa, los negros indignos de confianza, las chicas para divertirse y las que serán novias formales, y las prostitutas con las que se inician los adolescentes.
La estructura de las novelas es muy particular, pues Vargas Llosa parece estar jugando al despiste continuamente con el lector. El inicio es la descripción de la situación comenzando por el final de la historia, que se irá desarrollando a lo largo de los capítulos. Sin embargo, el hecho de que constantemente utilice los saltos en el tiempo, la presencia de varios narradores y varias historias paralelas, provoca que dentro de cada capítulo se mezclen los diálogos y se deba leer atentamente para no despistarse y saber a cada momento quién está hablado, y no olvidar que el desarrollo de los diálogos o de los capítulos no son siempre cronológicos.
En resumen, se trata de una lectura densa, no siempre fluida en la que, si se puede reprochar algo al escritor es que haya que leer prácticamente la mitad de la novela para saber exactamente de lo que trata y de lo que el escritor nos habla.
En esta novela, Luís Landero nos cuenta una historia muy simple, pero no por ello anodina ni insustancial. El escritor despliega su estilo personal con un lenguaje tan sencillo, que nos lleva a pensar en una historia que cualquiera podría relatar. Sin embargo, su escritura es enormemente depurada, con las palabras exactas y sin que nada falte ni sobre. Landero nos introduce en un universo sencillo que, a lo largo de los capítulos, se va enredando y complicando atando al lector a las páginas, forzándolo a continuar la lectura deseando llegar al desenlace final.
El universo de este libro es muy particular. Descubrimos a Aurora que, debido a su carácter afable, complaciente y afectuoso, se convierte en el catalizador de toda la familia. Es la depositaria de los secretos de cada uno; secretos que la van envolviendo como una tela de araña de la que pronto no podrá escapar. Pero también es como la lluvia fina que. inicialmente parece no mojar, pero que al cabo de un tiempo, nos empapa y nos hace sentir frío en lo más profundo de nuestro ser hasta hacernos deseara desaparecer del lugar, convertirnos en una masa caliente y reconfortante.
La historia se inicia con una idea de Gabriel que comparte con su mujer Aurora. Gabriel desea organizar una fiesta para celebrar los 80 años de su madre; para ello decide hablar con sus hermanas y su madre, comunicárselo, y contarles el menú que ha pensado cocinar; incluso lo modifica para que su hermana Andrea, vegana de última hora, no tenga problemas para sentarse con ellos a la mesa.
Desde que Gabriel y Aurora se casaron, la familia tiene la costumbre de llamar a Aurora para contarle sus preocupaciones, sus problemas, sus vidas y sus avatares, mientras Aurora escucha pacientemente sin hacer comentarios que puedan molestar. En realidad, Aurora es un receptáculo en el que se almacenan las confidencias familiares. Así vamos descubriendo poco a poco los secretos individuales ignorados por los demás, pero que se convierten en reproches que día tras día envenenan las relaciones familiares y las convierte en insoportables, provocando así la práctica ruptura entre ellos, incapaces de reunirse todos juntos en ninguna ocasión.
Precisamente Gabriel pensaba que los ochenta años de la madre sería una buena razón para que, por fin, se reunieran todos y pusieran fin a sus rencillas. Sin embargo, descubrimos que existen dificultades insalvables y Horacio, ex marido de Sonia, la hermana mayor, se convierte en el elemento clave de la familia y la convierte en un aljibe fangoso cuyas toxinas se multiplican de día en día e intoxica a la familia, por lo que no tardarán en anular la celebración, y enemistarse de nuevo irremediablemente. No obstante, lo que sucede en verdad es que se separan para comenzar un nuevo ciclo de confidencias individuales que a Aurora le resulta insufrible.
La madre, viuda, es una mujer acostumbrada a las dificultades de una sociedad dura en la que salir adelante cuesta esfuerzos casi insalvables. Hija de una época espinosa no tan lejana a la actual, está acostumbrada a la austeridad e incluso a la abstinencia, siempre al límite de la pobreza a pesar de los esfuerzos que el marido y ella realizaban para no zozobrar. La madre hizo suya la teoría tan extendida en aquellos tiempos de que el mundo es un valle de lágrimas al que se viene a sufrir.
Esta es la mentalidad con la que educó a sus hijos. A la hija mayor, Sonia, no le quedó más remedio que abandonar sus estudios para ponerse a trabajar a los catorce años y ayudar a la economía familiar. Andrea, la segunda, tuvo que dedicarse al cuidado de la casa y extender el tiempo para poder estudiar y mantener la casa mientras su madre recorría la ciudad con un maletín de cuero ejerciendo su profesión de practicante y callista.
Mientras tanto, Gabriel se dedicaba a jugar con su cochecito y su vaquero de plástico y a estudiar hasta convertirse en profesor de filosofía en un instituto. Cada uno de los hermanos vive en su propio valle de lágrimas sin compartirlo, convenciéndose a sí mismo de que el suyo es el peor, el que nadie más hubiese podido soportar. Todos envidiaban a Sonia porque a los quince años se casó con Horacio, comerciante de juguetes y con buena situación económica. Al mismo tiempo, Andrea odiaba a su madre por haber casado a su hermana con el hombre del que ella estaba enamorada. Andrea aprende a vivir de ilusiones como si fuera su única posibilidad de salvación de su propio valle de lágrimas. Y Gabriel, parece la única persona equilibrada de la familia; casado con una profesara de primaria, lleva una vida media inmierso en la rutina de las clases, las correcciones y los intentos de escritura. Todo en su vida es normal hasta que sus propios demonios salen del armario en el que permanecían escondidos.
Luis Landero narra esta historia como si fuera un cuento de niños. Cambia de narrador sin que nos demos cuenta, pues tan pronto escribe en la tercera persona, como nos hablan los personajes directamente o entre sí.
Es una narración en la que muchas familias deben sentirse reflejadas, principalmente las pertenecientes a la generación que en la actualidad ronda o sobrepasa de cincuentena, Es una generación de clase social media baja, que sin haber vivido la misma época espinosa de la madre, conoce la sobriedad y la inflexibilidad parental que les obligó a no albergar demasiadas ilusiones, la misma que reprodujo los modelos femeninos y masculinos impuestos en España y de los que sólo se comenzará a salir una generación después de la narrada.
"Lluvia fina" es una novela que aporta pocas referencias temporales, sólo sabemos que los hermanos nacieron entre finales de los años sesenta y los setenta, una época cuya mentalidad aún no había cambiado y se encontraba inadaptada a los cambios sociales que vendrían más tarde con los años ochenta y noventa, cuando España dejó de mirar hacia atrás y se desbocó mirando hacia adelante.
Las maravillas. Elena Medel
Elena Medel es una joven poeta cordobesa que cuenta en su haber con numerosos libros de poesía y varios galardones, entre ellos, el premio Andalucía Joven por "Mi primer bikini" y el premio Loewe en su sección de Creación joven. Maravillas es su primera novela y con ella ganó el Premio Francisco Umbral al libro del Año, por lo que es considerado como uno de los mejores libros de 2020.
La lectura de "Las maravillas" es una novela que resulta desconcertante en los primeros capítulos, pues nos aparece como un relato caótico, de hechos disociados, cuyos personajes nos son desconocidos y de los que no poseemos absolutamente ninguna información. La repetición e incluso la coincidencia de nombres nos facilitan pistas, sin por ello aclararnos completamente el enigma. Los misterios se van desvelando progresivamente a medida que avanza la novela, pero no de forma lineal sino por retazos, como si observáramos a una persona que viaja en autobús o en metro, y contemplando el paisaje o a sus compañeros de viaje, percibiese recuerdos de su vida pasada, de su juventud, de su infancia. No será hasta las últimas páginas cuando descubramos el vínculo existente entre los personajes principales.
La escritora sitúa a sus personajes en un barrio de Madrid, más exactamente en Carabanchel. Lo descubrimos a través de pinceladas en las que nombra lugares como Marqués de Vadillo, Urgel, Eugenia de Montijo, o la cárcel. Son trabajadores y trabajadoras emigrantes o descendientes de emigrantes que dejaron el pueblo en busca de una vida mejor en Madrid. Con el tiempo, unos dejaron el barrio, otros no quisieron dejarlo nunca y otros, regresaron a él por diferentes circunstancias.
Alicia tiene unos treinta años y vive inmersa en el trauma insuperable del suicidio de su padre con el que sueña cada noche. Es inteligente, con capacidad de estudios y goza de la ayuda de su tío Chico. Nada en la vida ni en el mundo la interese ni la motiva, sólo la distrae. Tras un año de estudios audiovisuales, decide abandonarlos y dedicarse a trabajar llevando una vida mediocre con trabajos mediocres que apenas le permiten pagar el alquiler de su piso. Rompió las relaciones con su madre y su hermana y habla intentando disimular el acento de barrio. No intenta progresar
Establece relaciones pasajeras de una noche con hombres que no conoce de nada; las que continuará a pesar de aceptar casarse con Nando. porque se ha quedado en el paro y no puede pagar el alquiler de su piso.
María trabaja sirviendo y limpiando en varias casas hasta que una subcontrata la lleva a madrugar para limpiar oficinas antes de que lleguen los empleados, o antes de que lleguen los estudiantes en la Facultad de económicas en la Complutense. Sabemos que es madre soltera y como no pudo ocuparse de su hija, la dejó en el pueblo con su madre, por lo que su relación se desarrolló a través de algunas llamadas telefónicas y del dinero que enviaba con regularidad. Para ella todo es cuestión de dinero; con él podría comprarse un piso si pudiera reunir la cantidad necesaria de la entrada, o podría irse de vacaciones, o cuidar a su hija y verla crecer.
Es una mujer con inquietudes sociales y políticas, y celosa de su libertad. Insegura de sí misma durante los primeros años, inspira a Pedro las ideas y respuestas pertinentes en las reuniones del viernes por la noche. Por fin se decide a fundar una asociación con otras mujeres con la que buscan soluciones para las necesidades de otras mujeres o del barrio. Siendo gran lectora, años después todos se sorprenden al descubrir que tiene ideas y respuestas propias en las reuniones de los hombres a las que nadie la ha invitado, pero en las que se introduce por voluntad propia, al mismo tiempo que la oratoria de Pedro se debilita.
Pedro termina pidiéndola en matrimonio, petición que ella rechaza porque la considera una solución de imposición de su poder. María no quiere depender de él cuando vuelva tarde a casa, cuando duerma fuera porque una reunión terminó demasiado tarde, o cuando decida participar en actos sociales. También es una cuestión de dinero, puesto que Pedro lo plantea como una solución para que ella pueda ahorrar pagando un solo alquiler, al mismo tiempo que la vida común le permitiría brindarle protección.
El lenguaje de esta novela está muy escogido, casi lacónico o minimalista, sin perderse en detalles, como podría hacerse en poesía; como si bajo cada frase existiese un segundo significado, como si el significante nos condujese hacia un significado profundo. Medel no juega con las imágenes, usa las palabras en su dualidad, en lo que aportan al ser pronunciadas y en la intuición síquica del lector. No describe la época histórica, pero alude a ella sirviéndose de la muerte de Franco para que el propio lector evoque en sí mismo el desarrollo de los acontecimientos. No describe el barrio, pero el lector lo encuentra en el relato y lo siento como si lo describiera, no habla del pueblo, pero lo descubrimos dentro del texto.
Las maravillas es una novela entrañable; nos acerca a una clase social que parece no tener esperanzas de mejora en su vida y aun así, la afronta con resignación, como parece hacerlo Alicia, o luchando, como hace María sin dejarse llevar por el desánimo, enfrentándose a la carencia de dinero. Es una novela concienzudamente compuesta en un exigente ejercicio de expresión de lo máximo mediante lo mínimo, pero no deja indiferente. Es actual, de una generación joven con connotaciones históricas y sociales divergentes de la generación anterior, la de los padres o los abuelos. Es la exposición de un barrio de Madrid de finales del siglo XX.
Los años sesenta del siglo pasado fueron muy importantes para España, pues representaron el final de los años marcados por la guerra civil, la miseria y la extrema dureza del régimen franquista.
Durante estos años se llega al final de la autarquía y tras el Plan de Estabilización y Liberalización económicas en mil novecientos cincuenta y nueve, por fin se puede aspirar a liberarse de las cargas del pasado, gracias a una cierta modernización que llevó al país a orientarse hacia los países occidentales.
A partir de entonces, se asiste al crecimiento económico y a la modernizacvión de la agricultura. También la sociedad comienza a cambiar, desciende la mortalidad y aumenta la escolarización, Se produce el fenómeno de la emigración interior y exterior, y la terciarización de la sociedad. Por otro lado, gracias al desarrollo de los servicios, aparece la clase media, el turismo, y el nacimiento de la sociedad de consumo.
El desarrollo también conlleva el regreso de la conflictividad obrera y las protestas estudiantiles acompañadas de expulsión de catedráticos y una fuerte represión policial. Reaparecen las reivindicaciones nacionalistas, y las asociaciones y partidos obreros, establecidos en el exterior, se reconstruyen en el interior.
ÉSte es el marco histórico en el que se desarrolla la tercera parte de Los Mercaderes, de Ana Mª Matute.
La Trampa
Los soldados lloran de noche
Ana María Matute Primera Memoria ( Los Mercaderes)
Carmen Laforet
En la plataforma de RTVE play hay una serie documental titulada Los Imprescindibles y una de sus emisiones está dedicada a esta gran escritora, nacida en Barcelona. Pasó su infancia y adolescencia enlas islas Canarias y allí vivió hasta que, a punto de cumplir los 18 años, en el verano de 1939, viajó a Barcelona, a casa de su abuela.
Barcelona le parece una ciudad gris en la que comenzará a escribir su rimera novelas titulada NADA, ganadora del primer premio NADAL en 1945. También descubrirá la vida universitaria.
En el documental, varias escritoras actuales (Carmen Riera, Josefina Aldecoa, Nuria Amat) hablan de la escritora, incluso Asunción Balaguer, puesto que al estar casado su hijo mayor con Cristina, una de las hijas de Carmen Laforet, la conocía bien. Cristina y su hermana Marta también hablan de su madre e incluso Cristina lee la última carta que la escritora escribió a su madre, estando muy enferma en el hospital.
Carmen Laforet viaja a Madrid en 1942, donde continúa sus estudios, trmina la novela y la presenta al concurso. Su gran éxito con su primera novela constituyó una enorme dificultad para continuar escribiendo puesto que siempre se esperaba que escribiese algo superior a la primera novela.
Una vez casada y con 5 hijos, su producción literaria fue bastante irregular, y a veces, incluso, sólo esccribía para pagar facturas. Fue la época en la que se la identificaba con una madre de familia cuya carrera literaria había concluído. Sin embargo, Carmen no había renunciado a su independencia y en los años 50 viaja a Tánger, donde conoció a un grupo de escritores con el que se identificó plenamente y a su regreso, escribe la que sería su última novela publicada LA INSOLACIÓN.
Algún tiempo después, viaja a Estados Unidos, comienza por Nueva York y cruza todo el país hasta California donde, de nuevo establece contacto con la vida universitaria. Conoce a Ramón J. Sender, con el que estblecerá una larga relación epistolar. De regreso a España, abandona el hogar familiar y se dedica a viajar incansablemente. En Roma vivió en el Tratévere, cerca de Rafael Alberti, y años después, emprende una serie de conferencias en Estados Unidos de la mano de la profesora Roberta Johson. a continuación se instala con su hija Cristina, en cuya casa fallecderá.